“Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, (…), Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si algún lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.”

La Iglesia, los sacerdotes y todos los cristianos recibimos un encargo de Cristo. Uno puede ser más o menos creativo en la ejecución de un encargo, pero si el resultado no es lo que se pidió, entonces no se ha cumplido el encargo.

Por ejemplo, cada cristiano tenemos la obligación de cuidar la Eucaristía de mil maneras: comulgar en gracia de Dios, dándole gracias tras recibirle, celebrando con piedad la Misa, visitándole en el sagrario, haciendo unos ratos de oración frente a frente al Señor, etc. …

Al fin y al cabo, Dios nos quiere para Cristo y para la eternidad. Y la pregunta es: ¿nos preocupamos por ganar almas para Él? … Dice san Pablo: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad?”.

Madre del Cielo, te pedimos por todos aquellos a los que, en este día, nos acercaremos, y les hablaremos de tu Hijo.