Hoy primer viernes de cuaresma, la liturgia se centra en el Ayuno. La primera lectura del profeta Isaías señala dos cosas muy importantes sobre el ayuno, la primera es que el ayuno no puede ser interesado, es decir, que no podemos plantearnos como lo hacen los judíos a los que reprende el profeta: ¿Para qué ayunar sino haces caso?, se preguntan aquellos. En esta dinámica el ayuno es parte de la religión comercial, del do ut des, que convierte a Dios en una especie de supermercado. Encuentra cultura en la que todo se hace, si sólo si, sirve para algo, el profeta nos despierta de nuestro letargo, y nos recuerda cuál es el verdadero ayuno: abrir las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos, partir el pan con los hambrientos, hospedar a los pobres… Ayunar supone por tanto abandonar nuestra zona de comodidad  y salir al encuentro de los que sufren, oponerse a las estructuras injustas de nuestro mundo, ayunas supone no diluirse en la masa, supone dar la cara. Ahí es cuando Dios responde, cuando la vida se mueve en otras coordenadas, cuando nos ponemos a tiro, nos ponemos en la órbita de Dios.

Y en la misma línea el Evangelio nos habla del ayuno, podemos afirmar que los que están con el novio no tienen que ayunar, normal, los que están con Jesús, los que pertenecen a su círculo de confianza ya están moviéndose en las coordenadas del amor y de la justicia, por ello no es preciso que ayunen, parece curioso que los fariseos ayunasen frecuentemente y sin embargo no podían reconocer a Jesús, o peor lo reconocían peor no podían aceptarlo. Me recuerda a aquel relato del Gran Inquisidor, que al volver Cristo a la tierra, pese a reconocerle quería ajusticiarlo porque Jesús rompe la seguridad de nuestras injusticias y nos introduce en el vertiginosos reino de la justicia.

Asai pues de cara al ayuno cuaresmal, tal vez podamos plantearnos, cómo hacer, si nos queremos mover en las categorías de los fariseos, y vamos a respetar escrupulosamente la abstinencia y el ayuno los días marcados como símbolo vacía, como símbolo sin para qué, o haremos caso a la invitación de Isaías y a la del mismo Jesús, transformando el ayuno en oportunidad de justicia, en oportunidad de recolocarlos, en oportunidad de vivir junto al Novio.

Si amigos, ayunas no es hacer dieta, porque su para qué no es evidente, no buscamos con el ayuno una figura perfecta según los cánones de nuestra cultural posmoderna, no buscamos la salud física tras los excesos, no, ayunando en clave cristiana buscamos vivir con el Esposo.