Me ha dado mucha alegría el saber de la pronta beatificación de Carlo Acutis (os dejo el enlace para los que no conozcáis su vida). “estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida” es un ideal muy alto para un joven de nuestro tiempo, pero ciertamente el mejor proyecto de vida posible. Conocer detalles de su unión a Jesús en la Eucaristía desde niño y en su juventud te anima a saber que los niños y los jóvenes de hoy pueden estar tan unidos a Cristo como Carlo. Es cierto que, en ocasiones, la triste realidad te derrama un jarro de agua fría. El otro día en las primeras confesiones (bueno, llevamos un mes de primeras confesiones de niños), le puse de penitencia a un niño el rezo de un Ave María…, pero me dijo que no se lo sabía, así que recurrimos al Padre nuestro. Al terminar le dije a la madre: “¡Pero mujer! ¡Que tu hijo aún no se sabe el Ave María!” A lo que la madre me contestó: “Es que yo tampoco me lo sé”. Bueno, madre e hijo se fueron con la tarea de rezar el Ave María (después de una pequeña búsqueda en Google), todas las noches juntos y ahora, unos cuantos días después ya se lo saben.

“Vosotros rezad así: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, …” ¡Qué importante es la oración vocal! Puede parecer poco imaginativa, creativa o repetitiva, pero es la que nos enseña el mismo Jesús. Y junto al Padre nuestro, las Ave María, y el gloria, y el Yo confieso, … hasta el cuatro esquinitas tiene mi cama. La oración vocal nos va metiendo en Dios, va empapando y fecundado nuestra alma, uniéndonos a Dios desde la infancia, como le pasó a Carlo Acustis.

Tenemos que rezar siempre, sin desfallecer. Si tenemos que conseguir ratos para la meditación y la contemplación, a lo largo del día, además del Rosario, encontraremos multitud de ocasiones para lanzar desde el alma un Padre nuestro o un Ave María. ¿Qué lees algo del Coronavirus dichoso? Un Padre nuestro. ¿Qué te pone nervioso alguna persona? Un Ave María. ¿Qué el conductor de delante va demasiado despacio? Otro Padre nuestro… Hay cientos de ocasiones a lo largo del día. Se han puesto de moda los “minutos de silencio,” los cristianos deberíamos poner de moda los “minutos de oración”. ¡Hay tanto por lo que rezar! Desde la salud del Papa, los enfermos, los solos, los olvidados, los que no rezan, los que ofenden a Dios, las personas que queremos, las personas que no nos quieren, por nuestros pecados, por las gracias recibidas. Si pones un poco de esfuerzo verás que en breve tu alma reza en toda ocasión, aunque tu cuerpo esté haciendo otra cosa. Tal vez algunos piensen que es una oración sin contenido, pero te aseguro que con un mínimo esfuerzo estoy convencido que serás capaz de poner un rostro a cada una de las 50 Ave Marías del Rosario. Y además, los que quieren poner demasiado contenido a cada oración se olvidan de que “vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis”.

Ojalá el mundo se llene de niños y adolescentes con el proyecto de vida de estar siempre unidos a Jesús. Un mundo de pequeños grandes rezadores.

María nos enseña a rezar, a hablarle a Dios con palabras sencillas pero directas al corazón de Jesús y así “a hacer lo que Él os diga”