Otros 15 días más de estado de alarma…¡parece esto no va a acabar nunca! Esta quincena le toca tomar protagonismo a las mascarillas, o eso parece. Se van implementando protocolos que hacen que las cosas sean cada vez más difíciles. Antes cuando iba al hospital a ver a alguien con una enfermedad infecciosa te ponías la bata, los guantes y la mascarilla y entrabas. Ahora te lavas con jabón, te quitas tus guantes y te pones otros, la mascarilla de protección nosequé y encima una quirúrgica y si tienes que esperar a un traje Epi ya no entras. Y a la salida todo el ritual al revés, nuevos guantes, fuera bata, desinfectar zapatos…Todo esto hace las cosas más lentas -aunque sean necesarias y casi cualquier cosa por no contagiar ni contagiarse-. y cuando te dicen que tendrás que esperar “un poco” prepárate a perder toda la mañana. Antes en España nos hacía gracias los “ahoritas” de los americanos que eran tan lejanos en el tiempo como el “ya mismo”. Ahora en todo se tarda más.
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver» Los “pocos” de Dios a nosotros se nos pueden hacer eternos, pero nos daremos cuenta de que, comparado con la eternidad, cualquier tiempo es poco. ¡Cuánto tenemos que agradecer la paciencia que Dios tiene con nosotros! Nosotros somos de los que tenemos prisa, de los que fundaríamos la asociación “Parusía ya” en este mismo instante. Pero Dios sabe mantenernos en su mano, cuidarnos, esperar a que crezcamos, a que se enderece lo torcido y se repare lo roto. Dios sabe que esos pocos son los que marcan la diferencia entre un guiso estupendo y un potaje pastoso, entre la pasión momentánea y el amor duradero, muchas veces sólo hay que esperar un poco. En este poco que es nuestra vida es cuando conocemos a Dios, le amamos y así podremos refugiarnos en sus brazos para siempre.
“En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría”. Hoy muchas personas están tristes, han perdido algún ser querido y en muchas ocasiones ni se han podido despedir. Pero esa tristeza se convertirá en alegría en un poco. La única tristeza que permanece es la del pecado, que niega a Dios y convierte ese poco en eterno.
Pongamos en manos de María a todos los que están tristes para que ponga en cada uno de ellos la semilla de la alegría, que germinará “en un poco”.
Gracias Padre. Esperemos que «en un poco» estemos alegres
Todos estamos convocados a hacer de nuestra vida un proceso de descubrimiento progresivo de Jesús, de su presencia en nosotros y en la realidad, sin poder prescindir al mismo tiempo del misterio de la ausencia que nos sobrepasa.
Ojalá pongamos todo nuestro empeño en ese descubrimiento y no caigamos en la tentación de suponer que su presencia llegará en “la otra vida”. Sería desnudar a la fe de su esencia: Dios con nosotros, sanador, liberador, salvador.
Gracias…es cierto no sé estoy triste estoy perdiendo la alegria..que la Virgen interceda por mí.
Pepita, la vida es tan complicada..solo tenemos al Señor. Aferremonos a El. Nunca nos abandona y con su bondad, nos consuela.
.
.
Agerrarnos
. Solo
Animo Pepita!!! A pesar de tanta oscuridad veamos la misericordia y amor del TODO-PODEROSO, por ejemplo las recuperaciones de las personas??!! Ahí esta EL!!!! PAZ Y BIEN.
Cuando el cuerpo está contento…el alma baila…Puede ser un cuerpo enfermo, o envejecido, pero contento.La alegria es un don de Dios, y decía el Papa Francisco : Una comunidad sin la alegria que dá Jesús puede ser divertida , pero «enferma de mundanidad». En los momentos mas tristes, en los momentos de dolor la alegría se convierte en «paz».
Te doy gracias Padre por el don de la vida, la alegría y la paz. Te pido perdón por no responder adecuadamente a la llamada de auxilio de los que hoy no tienen la salud de alma y cuerpo, con disculpas que esconden mi temor, comodidad o superficialidad y capricho. Te pido ayuda para comprender y poner en práctica los cambios de actitud necesarios en mi vida, y así ser ayuda y no estorbo…en la Iglesia y en el mundo.
«Es tiempo de priorizar a las personas» nos recuerda D. Carlos en su última carta.¡Gracias!
Animó, Hermanos, en la Fe, Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre la Virgen María de Guadalupe, nos AMAN, y protejen SIEMPRE.