Último día de la fase 0 en Madrid. Hoy se celebrarán muchas más Misas en Madrid y en otras partes del mundo que de costumbre. No saben los enemigos de la Iglesia lo que han hecho, un raudal de Gracia va a inundar al mundo y, tal vez como nunca en la historia se escucharán las palabras: “Haced esto en conmemoración mía”. Se hará presente en el altar Aquel a quien se le ha “dado pleno poder en el cielo y en la tierra” y sin duda alguna tocará muchos corazones, alentará muchas almas e inflamará la caridad.

Solemnidad de la Ascensión del Señor. Ya decíamos ayer que hoy era un día de alegría, el Verbo encarnado regresa a su lugar, junto al Padre. Y hoy le pedimos que nos “dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.” Viendo a Jesucristo junto al Padre comprendemos que es el propio Dios el que salió a nuestro encuentro, el que se hará presente en nuestros altares para estar con nosotros “todos los días hasta el fin de los tiempos”.

Y nosotros, bautizados no por el capricho de nuestros padres -que gracias a Dios cooperaron con Dios-, sino por el mismo mandato de Cristo nos esforzamos en guardar todo lo que nos ha mandado. No es tiempo de quedarse plantados en el suelo mirando al cielo, sino de caminar hacia el cielo con los pies muy en la tierra, esperando de forma muy activa la vuelta del Señor. Somos testigos de esto, somos templos del Espíritu Santo. Podemos vivir con mil precauciones, pero nunca con miedo.

Hoy contemplamos en Cristo y con Cristo a todos aquellos que fueron fieles, primero a nuestra Madre del cielo, Santa María y a tantos y tantos que caminaron por estos caminos y ahora gozan ya de su lugar junto a Cristo en el cielo.