Una de las oraciones que más he rezado del P. Arrupe es aquella en la que dice:

Tan cerca de nosotros

No había estado el Señor,

Acaso nunca;

Ya que nunca habíamos estado

Tan inseguros.

                  Todo esto de la pandemia, si miramos un poco más allá de nuestros círculos de referencia, tal vez incluso sólo mirando en ellos, nos lleva a clamar con la desesperación de Jeremías en la primera lectura. Podríamos preguntarnos dónde está Dios en medio de esta situación, como podemos vislumbrarlo, cómo podemos saber que sigue ahí. Verdaderamente no podemos escrutar todos los secretos de Dios, sólo podemos levantar constantemente la mirada y la voz al cielo, expectantes y conscientes de que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. Lo vemos en la parábola de la cizaña, cuando los arrieros pretenden arrancar todo, Dios se muestra paciente, sabe esperar y nos indica un camino seguro, el de la esperanza. Así pues, recemos hoy con S. Juan XXIII:

“Solo por hoy no tendré miedos, sobre todo esos miedos que últimamente me quitan la paz. Todo termina cuando confío y actúo rectamente, Sobre todo no tendré miedo de gozar de los bello y de creer en la bondad de los que me rodean”.