Siempre que escucho esta profecía de Jeremías reconozco que me siento aliviado. En este relato del alfarero es fácil imaginarse en manos de Dios, y saberse entre sus manos es algo que sin duda nos aporta serenidad hoy que todo parece una amenaza, puesto que vivimos tiempos difíciles, recios los llamaría Santa Teresa, porque la incertidumbre del CoVid 19, la situación económica, los rebrotes… nos acechan y van determinando nuestra realidad, nuestro día a día. Sin embargo hoy Jeremías nos recuerda que estamos en manos de Dios y eso por lo menos a mi, me tranquiliza y me da paz.
Para muchos de nuestros contemporáneos puede que esta tranquilidad que aporta Dios no sea más que un recurso psicológico para sobrevivir, algunos dirán que Dios no es más que una proyección de nuestros miedos… sin embargo yo me sé en manos de Dios, no es que me parezca que estoy en sus manos, simplemente lo sé, con la certeza propia de la ciencia del corazón, porque la mayoría de las cosas verdaderamente importantes en la vida son contenido de esa forma excelente de conocimiento y no lo son de las ciencias empírico positivistas, una caricia, el amanecer, un beso… amar, reír, entregar la vida… son objeto de la ciencia del corazón.
Especialmente, al releer el texto del alfarero, me han venido a la mente unas palabras de Benedicto XVI a unos recién ordenados: En el centro está el gesto antiquísimo de la imposición de las manos, con el que Jesucristo tomó posesión de mí, diciéndome: «Tú me perteneces». Pero con ese gesto también me dijo: «Tú estás bajo la protección de mis manos. Tú estás bajo la protección de mi corazón. Tú quedas custodiado en el hueco de mis manos y precisamente así te encuentras dentro de la inmensidad de mi amor. Permanece en el hueco de mis manos y dame las tuyas»
Ciertamente sentirme protegido en el hueco de sus manos, saberme posesión suya, da sentido, llena mi realidad y ahí puedo entender que las manos de Dios no sólo me protegen, sino que son firmes,, que me corrigen y modelan como hace el alfarero con el barro, no con fuerza bruta sino con suavidad y destreza, con amor de creador. Así pues respiremos hondo en este jueves y miremos los desafíos del presente seguros de que no abismo ni problema que se nos resista cuando contamos en nuestra vida con las poderosas manos de Dios.
Que maravilla pensar que El Señor, te tiene en el hueco de sus manos. De verdad tengo yo un huequito el Ellas Señor?
Gracias por el Comentario. Es precioso
La basura de Jerusalén se quedaba en un valle cerca de la ciudad y este lugar se llamaba geena, allí, en la época de los reyes había un horno para sacrificar a los hijos al falso dios Molok. Por esto, el horno de la geena se volvió el símbolo de exclusión y condena. No es Dios quien excluye. Dios no quiere la exclusión ni la condena, sino que todos tengan vida y vida en abundancia. Cada uno de nosotros se excluye a si mismo.
Gracias, Dios por tu misericordia y tu amor! Gracias comentarista por desmenuzar su palabra!
Señor, te pedimos que Acojas a esta avalancha de Tus Hijos que te están llegando en tropel. Eres Misericordioso y Justo. Que nos unamos a Ti. Recemos sin parar en esta prueba dura por la que estamos pasando. Confiemos en El Señor, esta aquí con nosotros
Nos sabemos barro en las manos del alfarero, modelados por el artista que a golpe de cincel rebaja nuestras aristas y nos hace amables. Pedimos ser humildes y sencillos. Queremos cumplir la voluntad de Dios y ser portadores de su inteligencia, bondad, y belleza. Ante el 75 aniversario de la bomba atómica, queremos ser refugio nuclear, reducto de paz y esperanza, casa de acogida, templo del Espíritu Santo… ¡hay tantas manifestaciones del amor de Dios!
Santa. Teresita dijo:NADA TE TURBE,NADA TE ESPANTE…. SOLO DIOSSS BASTA, es ese «bombardeo Espiritual» q se está siendo más visible. Paz y bien
gracias padre
En momentos como este, es muy importante estar cerca del Señor y saberse cerca del Señor. ¿Por qué? Porque hay que tener mucho cuidado con confundir la realidad con la no-realidad que es la que nos proyectan los medios de comunicación. Hay una situación objetiva que es, digamos, lo que está pasando, y hay una falsa proyección de la realidad que es la que transmiten los medios y “se respira muchas veces en el ambiente” y que es un catastrofismo, un alarmismo que no tiene detrás sino intenciones que responden a intereses. No nos engañemos (o más bien no nos dejemos engañar), los medios de comunicación no tienen ningún interés en el bien supremo del hombre, en aquello que le da plenitud, tienen sus propios intereses que responderán a lo que respondan. Quien no tiene intereses propios es el Señor. Se hizo hombre por nosotros, por amor, para nuestra salvación. Se entregó a sí mismo. No quiso nada para Él porque lo que quería era para nosotros. Nos habló de la misericordia del Padre, hizo realidad la esperanza, y cuando el hombre ya no pudo hacer más daño, Dios volvió a intervenir resucitando. No podemos dejarnos llevar por el pesimismo que se promueve porque no es real. Tenemos una situación ante la que nos toca ser responsables, cierto es y no se trata de negar la realidad, pero lo que también nos toca porque ES, es continuar alegres en el Señor, porque efectivamente estamos en sus manos, no necesitamos más que su amor que nos da todos los días y el resto, con mayor o menor esfuerzo, saldrá adelante. Pidamos al Señor su gracia para ver con claridad y no olvidemos que las noticias son buenas: el bien ya ha vencido al mal. El mal no tiene la última palabra.