(Nota: se dice que en tiempos de melones, cortos los sermones, esta semana seré más breve).

En este tiempo tan raro que nos está tocando vivir, en el que tan pronto tenemos noticias buenas como malas detrás de una mascarilla, es difícil saber a qué atenerse desde como actuar en la parroquia hasta personalmente con los amigos y la familia. Los hay agoreros y catastrofistas que ya señalan el fin de los tiempos. También hay confiados en que no pasa nada, que están por encima del bien y del mal. No tengo ni idea de virus y contagios, tendré que fiarme de lo que me dicen las fuentes que considere más fiables…, pero sobre todo tengo que saber en quién pongo mi confianza.

«Escúchame, Jananías: el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por tanto, esto dice el Señor: “Voy hacerte desaparecer de la tierra; este año morirás porque has predicado rebelión contra el Señor” »

-«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».

Yo lo tengo claro, mi confianza sólo en Dios, en Jesucristo. Ni voy a dar falsas buenas noticias para tranquilizar, ni poner en mí mi esperanza, si me suelto de la mano de Jesús me hundo.

Madre del cielo, que nunca deje de mirar a los ojos de Cristo, sin soltarme de su mano, aunque tenga que ir andando por encima del agua.