(En tiempos de melones cortos los sermones, esta semana seré más breve)

Dicen que cada tres mudanzas es como si se te hubiera quemado la casa, de las cosas que uno tira por inservibles o porque ya no hacen falta. Yo he quemado ya unas cuantas. Que bueno es quitar lo que estorba, aquello que nos hemos acostumbrado a que viva con nosotros pero, o es inútil o nos hace daño. Tener lo esencial para buscar lo esencial.

Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia para contigo.

El resto del pueblo de Israel, a pesar de estar en el destierro, no se olvidó de lo importante, Dios los amaba y nunca dejaría de amarlos, por eso confiaban en volver a su tierra.

«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

Yo, Señor, no merezco amarte ni como un perrillo quiere a su amo, pero Tu has decidido amarme primero y por eso estoy convencido que escucharás las suplicas de los que te invocamos en medio de tantas dificultades. No porque yo grite mucho, sino porque tu ves la fe que hasta yo creo que me falta.

Madre mía del cielo, arranca de tu Hijo algo más que migajas para este pueblo que te suplica.