En la película de José Luis Garci “La herida luminosa”, la superiora del convento pone de penitencia a la protagonista que rece el salmo “Quam dilectam”. Es el salmo de hoy: “Qué deseables son tus moradas”.

Siempre me trae a la memoria un episodio acaecido hace años en el pueblo: las golondrinas hicieron un nido en el atrio de la iglesia, encima de las escaleras por donde pasa todo el mundo. Se lió una buena entre los defensores de dejarlo y los detractores, que querían quitarlo. Una persona utilizó como argumento este versículo: “Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina un nido donde colocar sus polluelos”. Como podéis imaginar, la cosa no acabó bien para las pobres golondrinas, sobre todo por motivos de seguridad y limpieza justo en los escalones por donde tenían que pasar todos.

Las iglesias, nuestros templos, son lugares privilegiados para encontrarnos con Dios. Hoy te propongo que reces este salmo pensando en la iglesia a la que vas habitualmente. Quizá te ayude a mirarla con otros ojos, o a renovar la ilusión por ir a un lugar, que a fuerza de estar en él todos los días, deja de ser especial. ¡Eso nunca! “Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre”.

Y si en algo puedes arrimar el hombro para que tu iglesia esté cada vez más bella y todos los que entran puedan estar a gusto para su encuentro con el Señor, mejor que mejor.