“Mi madre y mis hermanos son éstos, los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.” Una vez que hemos excavado hasta las raíces de la felicidad, de lo que se trata es de ir subiendo poco a poco, hasta contemplar el horizonte de una manera nueva. Para escalar hacen falta apoyos firmes y sólidos, donde reposar, coger impulso y poder seguir subiendo.

A veces en nuestra vida, oscurecida por el pecado, nos puede parecer que no se puede “poner por obra” la Palabra de Dios. Nos puede parecer que eso es para “unos pocos” y nos contentamos con “ir tirando.”

En nuestra vida el pecado puede provocarnos “un apagón” y ver todo muy negro. O puede dar al traste con nuestros buenos propósitos y deseos de cambio. Pero eso no significa que no se pueda vivir según Cristo.

Tendremos que volver a empezar y nos daremos cuenta de la cantidad de “archivos” (costumbres, comodidades, caprichos, rutinas, …), que habíamos acumulado y que frenaban nuestra escalada hacia Dios. Y entonces caminaremos más ligeros hacia el Señor.

No podemos quedarnos llorando sobre las cenizas de nuestro antiguo pecado. Tengamos la confianza de que vivir la Palabra de Dios ¡siempre! se puede. Nos lo ha dicho el mismo Cristo, y Él sabe algo de eso.

¿Nos hemos hemos fijado que siempre que aparece María en el Evangelio el Señor dice algo esencial para sus hijos, especialmente los que más lo necesitan? … Nos acogemos a la sombra de la Virgen y siempre encontraremos palabras consoladoras de Cristo.