Es una tentación frecuente, que se manifiesta de mil maneras y que parece encontrar su refrendo en nuestro mismo dinamismo vital. Tendemos al crecimiento, así lo muestra la bilogía, y parece un dato necesario luchar por mejorar posiciones en el trabajo. Incluso, diríamos, que no estaría bien que alguien con capacidad para ello rehusara el ponerse al frente de una comunidad u ocupar un cargo para el que está capacitado y que puede redundar en bien de otros. Sin embargo, de nuevo aparecen las palabras de Jesús: “el más pequeño de vosotros es el más importante”.

Parece, pues, que la mirada ha de ser otra; que hay que colocarse en otra perspectiva. Disputaban los apóstoles sobre quién sería el más importante entre ellos. Jesús toma un niño y dice: “el que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí, y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado”.

El importante ha pasado a ser el niño. Y uno recibe su importancia por saber acogerlo en nombre de Cristo. Si pudiéramos tener esa mirada profunda sobre la realidad diríamos algo así cómo: “¿Quién es ese que tiene esa relación especial con Dios?” Un poco como la exclamación de Isabel cuando es sorprendida por la visita de la Virgen: “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”. Reconocimiento de la propia pequeñez y, al mismo tiempo, confesión solapada de que por algún motivo misterioso (la elección de Dios y su misericordia), ha sido elevada a una categoría que desconocía por la que “merece” (sin merecerlo, por pura gracia) que la Virgen, que ya portaba en su seno a Jesús, acuda a su casa.

El sentido de “el más pequeño es el más importante” aparece así en una doble dirección. Por una parte ha de haber una preferencia por el pequeño (aquel del que no podemos obtener nada en el orden humano), y en esa elección, hecha por amor a Jesús, se nos descubre nuestra importancia. Porque somos elegidos para aquello que para Dios tiene importancia, que es comunicar su amor.

Señor, líbranos de toda presunción y enséñanos el camino de la pequeñez. Camino en el que de continuo podremos optar por los pequeños y colaborar en tu tarea. Porque lo importante, en nuestra vida y en el mundo, es el advenimiento de tu Reino y la difusión de bondad y tu amor.