Domingo 11-10-2020, XXVIII del Tiempo Ordinario (Mt 22,1-14)
La liturgia de este domingo nos propone una parábola que habla de un banquete de bodas al que muchos son invitados. La primera lectura, tomada del libro de Isaías, prepara este tema, porque habla del banquete de Dios. La imagen del banquete aparece a menudo en las Escrituras para indicar la alegría en la comunión y en la abundancia de los dones del Señor, y deja intuir algo de la fiesta de Dios con la humanidad, como describe Isaías: «Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos…, de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados». El profeta añade que la intención de Dios es poner fin a la tristeza y a la vergüenza; quiere que todos los hombres vivan felices en el amor hacia él y en la comunión recíproca; su proyecto entonces es eliminar la muerte para siempre, enjugar las lágrimas de todos los rostros, hacer desaparecer la situación deshonrosa de su pueblo, como hemos escuchado. Todo esto suscita profunda gratitud y esperanza: «Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor, en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación».
Jesús en el Evangelio nos habla de la respuesta que se da a la invitación de Dios —representado por un rey— a participar en su banquete. Los invitados son muchos, pero sucede algo inesperado: rehúsan participar en la fiesta, tienen otras cosas que hacer; más aún, algunos muestran despreciar la invitación. Dios es generoso con nosotros, nos ofrece su amistad, sus dones, su alegría, pero a menudo nosotros no acogemos sus palabras, mostramos más interés por otras cosas, ponemos en primer lugar nuestras preocupaciones materiales, nuestros intereses. La invitación del rey encuentra incluso reacciones hostiles, agresivas. Pero eso no frena su generosidad. Él no se desanima, y manda a sus siervos a invitar a muchas otras personas. El rechazo de los primeros invitados tiene como efecto la extensión de la invitación a todos, también a los más pobres, abandonados y desheredados. Los siervos reúnen a todos los que encuentran, y la sala se llena: la bondad del rey no tiene límites, y a todos se les da la posibilidad de responder a su llamada.
Pero hay una condición para quedarse en este banquete de bodas: llevar el vestido nupcial. Y al entrar en la sala, el rey advierte que uno no ha querido ponérselo y, por esta razón, es excluido de la fiesta. Quiero detenerme un momento en este punto con una pregunta: ¿cómo es posible que este comensal haya aceptado la invitación del rey y, al entrar en la sala del banquete, se le haya abierto la puerta, pero no se haya puesto el vestido nupcial? ¿Qué es este vestido nupcial? Hay un bello comentario de san Gregorio Magno a esta parábola. Explica que ese comensal responde a la invitación de Dios a participar en su banquete; tiene, en cierto modo, la fe que le ha abierto la puerta de la sala, pero le falta algo esencial: el vestido nupcial, que es la caridad, el amor. Y san Gregorio añade: «Cada uno de vosotros, por tanto, que en la Iglesia tiene fe en Dios ya ha tomado parte en el banquete de bodas, pero no puede decir que lleva el vestido nupcial si no custodia la gracia de la caridad». Y este vestido está tejido simbólicamente con dos elementos, uno arriba y otro abajo: el amor a Dios y el amor al prójimo. Todos estamos invitados a ser comensales del Señor, a entrar con la fe en su banquete, pero debemos llevar y custodiar el vestido nupcial, la caridad, vivir un profundo amor a Dios y al prójimo. (Benedicto XVI, 9-10-2011)
Quisiera llevar a la Invitación del Señor a Su Banquete el vestido nupcial. Arriba y Abajo es lo que Dios Nuestro Señor Nos Pide. Lucho por conseguirlo, con Tu Ayud a Señor
El Comentario aleccionador. GRACIAS
Sigo con frecuencia sus lineas de reflexión y me agradan mucho. Saludos desde León México.
Te damos gracias por habernos llamados a tu Iglesia por medio de Jesús tu Hijo. Tu Espíritu nos haga siempre atentos y disponibles para continuar acogiendo tu invitación y nos revista del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad verdadera, a imagen de Cristo, para poder entrar en la fiesta de tu Reino junto con una multitud de hermanos.
“… a todos los que encontréis, llamadlos a la boda…”
“… pedimos humildemente a tu majestad que, así como nos fortaleces con el alimento del santísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo, nos hagas participar de su naturaleza divina…”
“…que tu gracia nos preceda y acompañe, y nos sostenga continuamente en las buenas obras…”
“…Señor, dame lo que me pides y pídeme lo que quieras…”
Virgen poderosa, intercede por nosotros
Venid benditos de mi Padre , porque tuve hambre y me distéis de comer….
Entre los de abajo están también nuestros «amados» políticos. Señor ¿cómo puedo quitar esas comillas y amarlos de verdad? ¡Que yo les vea con Tus ojos, Cristo mío, Jesús de mi alma!
Carmen-: Me uno a esa Suplica. Le Suplicamos al Señor que podamos amar a todos por igual y es dificil
Hoy en mi oración me fijo especialmente en la «amabilidad», y en la regla de oro del amor, y considero que el primer paso que tengo que dar es no ver a nadie como enemigo, no dejar que el mal empañe la visión del bien, buscar siempre la mirada de Jesús que saca de cada uno lo mejor y lo hace crecer, y vivir con esperanza.
Los políticos, posiblemente, además de intereses inconfesables (que debemos descubrir y criticar), pueden tener puntos de vista discutibles, y es respecto a lo que nos une – siempre hay algo-en donde podemos rezar juntos o ahí rezar por ellos, y luego que Él actúe… La conversión es un término que poco o nada tiene que ver con las ideologias… y a veces las ideologias nos ponen un velo ante los ojos que nos impide buscar la conversión propia y de los demás.
Tenemos un Parroco en mi Igkesia preocupado por que los que frecuentamos su Iglesia nos sintamos como en casa No para de hacer mejoras. Damos gracias por tener un Buen Pastor y Te Pedimos Señor que le Ayudes en su Entrega
Tenemos un Parroco preocupado por que los que frecuentamos su Iglesia nos sintamos como en casa No para de hacer mejoras. Damos gracias por tener un Buen Pastor y Te Pedimos Señor que le Ayudes en su Entrega