Buen día de hoy. Tal vez podría deseárselo para mañana, o el domingo, pero por la mañana decimos buen día, nos damos un plazo de 24 horas para que sea bueno. No es mucho pero no está mal. Cada día me encuentro más personas preocupadas por la parusía, por el final de los tiempos, las profecías de uno y otro bando…, que escudriñan las noticias, en especial las referidas a la Iglesia, descubriendo signos, señales y evidencias de el fin de los tiempos. Yo no soy escéptico, creo firmemente en el fin del mundo y el juicio de Dios…, y que Dios sabrá cuándo tendrá que llegar. Tal vez no acabes de leer este comentario cuando llegue el Hijo del hombre o llegue cuando se rían de una generación que usaba una cosa antigua que llamaban internet…, ¡no lo sé!, pero hoy tenemos un día por delante.

«Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?» no es bueno mirar tan lejos que te tropieces con la piedra que tienes delante. Si hay algo en tu vida que no quieres que esté en el momento del juicio…, ¿por qué no lo quitas ahora? ¿A qué esperas? Puedo dedicarme a criticar al Papa, a mi obispo, a mi vicario o a el Nuevo Orden Mundial, pero si eso no me hace poner urgencia en mi santidad, en amar más a Dios y a los demás por Dios ¿de qué sirve? ¿Voy a llegar ante Dios siendo el más listo de la clase y el más pecador del grupo? Os repito lo de San Pablo: «Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobre llevaos mutuamente con amor; esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.»

Es cierto, el mundo está muy mal, la Iglesia casi da mas sombras que luz en muchas ocasiones, andamos desconcertados e incluso a veces muy enfadados. ¿Qué puedo hacer? Estar más cerca del Señor, más unido a Cristo, más a la escucha del Espíritu Santo, poniendo el amor a la Iglesia que falta en tantos sitios, siendo más fiel, siendo la generación que busca al Señor. Si viene una nube por poniente tendré que coger un paraguas no empaparme mientras pienso «ya os lo decía».

Es época de fidelidad, de entrega, de caridad, de santidad…, no de críticas o enfados inútiles. Más vale un alma en calma en medio de la tormenta que cien mil gritando a los sordos. El Señor quebrantará la sordera si se lo pedimos con humildad, si somos fieles. Dejemos la Parusía  a Dios y vivamos este día para que por ti y por mi la Iglesia sea más santa, más humilde, más sincera, más de Dios. Si al acabar mal día no lo hemos conseguido será un día perdido en el plan de Dios. Interpretemos los signos de los tiempos, pero no olvidemos que estamos en el tiempo presente, que Dios cuenta contigo para hacer mejor hoy su Iglesia.

Bajo el mano de María tomamos fuerzas para vivir este día y, el día que nos presentemos ante Dios que lo hagamos de su mano.