SÁBADO 20 DE FEBRERO DE 2021

(SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA, CICLO B)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,27-32):

EN aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

La vocación de San Mateo

En el Evangelio Mateo nos relata su propia llamada, con un diálogo escueto y sencillo: “¡Sígueme! El se levantó y lo siguió”. Pero con una puesta en escena fantástica: la mesa de los impuestos, la de los publicanos, los fariseos… Nadie mejor que Caravaggio, a lo largo de la historia del arte, la ha sabido reflejar.

Explica la profesora Nurya Martínez-Gayol los diversos elementos del famoso cuadro “La vocación de San Mateo”, del Maestro Caravaggio, que está en la Iglesia de los Franceses en Roma:

La luz penetra en la estancia cuando entra Cristo. Es la luz de la gracia que viene de Cristo en el fondo oscuro. Es direccional, no ambiental. Los personajes están en la oscuridad y son rescatados, salvados, y llamados a la existencia. Es una presencia de lo divino, porque Dios es luz y es misterio: la fuente de la luz esta fuera del cuadro. La vocación es siempre eco de la voz de Dios que se adentra en nuestra oscuridad.

El espacio. Dos espacios verticales: el superior casi vacío, con la ventana que es apertura a otra realidad, origen y destino de la llamada. El espacio inferior es la vida cotidiana, donde se da la llamada. Y dos espacios horizontales: De izquierda a derecha la mirada de los recaudadores. La elección está entre el dinero y el maestro. Uno de los personajes parece el joven rico, otro la avaricia, otro parece dispuesto a defenderse, otro sigue con las moneas y no puede ver lo que pasa. ólo hay una manera de pasar ante Jesús y no verlo: ocultarse. De derecha a izquierda la mirada de Cristo apunta al rostro de Mateo. Espacio de libertad y de gracia.

El tiempo: Un instante que suspende la acción: El Evangelio dice que Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. Y que “el se levantó y lo siguió”. Aunque el cuadro no muestra este movimiento, lo presenta. Nadie se mueve. La acción se interrumpe. El poder está en la suspensión de la acción. Es la crónica de que la irrupción de la gracia interrumpe la acción humana. Caravaggio nos muestra presencia de Dios en la experiencia cotidiana.

Las manos de Jesús: Una es como la de Adán de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. Representa la nueva creación. La otra es la mano abierta al que contempla el cuadro, para comprometerlo en él. La llamada es sólo de Cristo pero la mano de Pedro explica que es para la Iglesia, representada por él, pero con un rostro no terminado para que podamos ven en él otros rostros.

Las miradas: Jesús mira a quien todo lo tienen medido y controlado, como es un contable. Mirada de conmoción que levanta, cura, genera esperanza. Y el único personaje que mira a Jesús es Mateo, iluminado por la mirada de Jesús. Expresa arrebato, seducción, afecto a aquel que lo llama. Ya no es el recaudador, sino el llamado. La llamada nos descubre a nosotros mismos.

Eva Fernández es corresponsal de la COPE en Roma. Acompaña con otros periodistas al Papa Francisco en sus viajes. En uno de ellos, de vuelta a Roma, Eva le confiesa que le encanta el cuadro de La vocación de San Mateo de Caravaggio, sabiendo que es uno los cuadros favoritos del Papa. A los pocos días a Eva le suena el móvil. Cual es su sorpresa cuando escucha la voz del Papa: “El otro día no hubo tiempo para contarle un secreto: cuando veo el cuadro de Caravaggio me gusta ponerme en el lugar de Mateo. Pero, aunque por los otros dos cuadros de la capilla esta claro quien es él, a mi me gusta ponerme en el lugar de unos de los recaudadores, que no es capaz de levantar la vista. Me veo así, escurridizo a la hora de responder”. Sólo los humildes responden a la llamada.