“Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Ante el drama, por ejemplo, de los “no nacidos” ¿no se está diciendo que los hijos son enemigos y han de ser aborrecidos? Sin embargo, conocemos a madres con hijos alcohólicos, drogadictos o con graves problemas psíquicos que les hacen la vida imposible, incluso llegan a amenazar de muerte a sus progenitores y el resto de su familia. Sin embargo, las madres no les odian, luchan por su salud y por su vida, siempre ven lo positivo … buscan el más mínimo resquicio de recuperación.
¡Seamos claros! Ante la ley del aborto (o la eutanasia) lo que se está diciendo es que esas personas son nuestros enemigos y hay que odiarles (¡basta ya de tanta falsa compasión!).
Podremos ponernos todo lo sentimentales que queramos: “¡pobrecita esa madre!; ¡qué lástima ese anciano o ese enfermo terminal!” … sin embargo, el odio hace presa en el corazón … Podrá pasar el tiempo, intentar adormecer esos sentimientos o acallar la voz de la conciencia, pero la capacidad de amar queda inexorablemente dañada.
Por tanto, una sociedad que promueve el aborto o la eutanasia se dirige hacia la autodestrucción, se convierte en una sociedad de egoístas que guarda en sus entrañas no a un hijo, un anciano o un enfermo, sino a un enemigo que hay que destruir.
Ponemos en manos de la Virgen a todos los que hemos de defender su vida. Ella, madre soltera, madre pobre, joven y frágil, no dudó en aceptar el Hijo que llevaba en sus entrañas, y que es nuestra salvación.
Cristo Ten Piedad de .nosotros
Por sus frutos los conoceréis.
Quien defiende la vida, con actos de amor, da su esfuerzo, sus bienes y se da a sí en favor de los demás. Aún cuando no sea querido.
Quien busca la muerte, odia, manipula y hace negocio con la muerte, del embrión, del enfermo, del anciano, del pobre…
María, Virgen y Madre, ruega por nosotros ahora y en la hora de la muerte.
Lo que nos enseña Jesús, su gran lección a los cristianos es que debemos imitar la forma de proceder del Padre, es nuestra norma de vida.
Por eso Jesús nos pregunta qué hacemos de más, cuando solo queremos a los que nos quieren, a los del grupo, a los que compartimos simpatías y gustos.
Amar a quienes no nos aman, incluso a quienes nos hacen daño, y amar a quienes manifiestan que nos odian, y detestan todo lo que amamos… ¿es posible?.
Para mí no lo es. Para Jesús, lo es.
Para mi alma en gracia, con el auxilio del Espíritu Santo, es posible. Lo deseo, lo busco, lo espero.. como al Reino de Dios.
Es posible devolver una sonrisa a quien agrede con su mirada de desprecio. Y compartir mesa, y cama.
Es posible dirigir la palabra a quien te ignora y se burla. Y dejar que te traicione y te estafe en el negocio familiar para que la familia no se rompa.
Es posible permanecer en el mismo despacho con el colega faltoso, tramposo, canalla… y dejarle hablar, y tratarle amablemente.
Es posible ser libre y sentirse bendecido en la mazmorra, entre cadenas. Es frecuente perder la libertad cuando se tiene todo el poder, el dinero y la fama.
Es lo que quiere Dios : que luchemos por la justicia y amemos a justos e injustos, como el nos amó. Es posible que en la cruz nos identifiquemos con Él. Sin cruz… no es posible.
“… hijos de vuestro Padre celestial…”
“… sed perfectos…”
“… el pueblo santo del Señor…”
“… nos dediquemos a tu servicio…”
“… aprended a obrar el bien…”
“… no busquemos sino a ti…”
Madre de la Esperanza , intercede por nosotros
Gracias a todos por compartir vuestra sabiduría!
Todas las madres de familias numerosas o muy numerosas somos perseguidas, humilladas, incluso presionadas para abortar por nuestros próximos y en último extremo abandonadas. Pero Dios me ha cuidado y me cuida, Él no me ha abandonado núnca!