No hay peor sordo que quien no quiere oír. Este refrán es uno de los más acertados que conozco, similar a aquel de la vista, no hay peor ciego que quien no quiere ver. Los escribas y fariseos que se oponen a los milagros o los signos de Jesús son especialistas en el cumplimiento de estos dos dichos populares.

Vemos constantemente en el Evangelio que las autoridades religiosas hebreas se sienten tan amenazadas por Jesús, les descoloca, ponen en crisis el «status quo», rompe sus esquemas… incluso, como se puede ver en el evangelio de hoy, surgen disputas entorno a su figura, y a su misión. Ciertamente se sentían amenazados y esto les provoca una actitud defensiva, una actitud que roza lo irracional ante las palabras y hechos del Mesías.

Hoy frente a la autoridad con la que Jesús se manifiesta, reconocida por los guardias del Templo, reaccionan con una cuestión localista ¿de Galilea puede salir algo bueno? incluso se puede mascar la soberbia cuando reprenden a Nicodemo y le «invitan» a estudiar.

Pero qué me enseña a mí este evangelio, ¿no me comporto yo como las autoridades judías cuando las propuestas de Jesús me descolocan? Somos testigos de este fenómeno a diario, permanentemente escuchamos y a veces también criticamos a la Iglesia, pensamos que debería modernizarse… Sí la Iglesia tiene que responder a los desafíos de hoy, eso es evidente, pero a lo que no está llamada es a aceptar de forma irreflexiva y torpe, buscando una mayor aceptación, buscando una mayor relevancia social o política, los postulados y propuestas que claramente van contra el evangelio.

Jesús y su propuesta siguen siendo contra-culturales. El Mesías sigue trayendo la novedad del evangelio y sigue proponiéndonos valores definitivos. Hace no muchos días, un chaval inteligente de 4º ESO hablando sobre el aborto me respondía a los planteamientos cristianos sobre la vida con una frase similar a la que recibió Nicodemo, «estudie y verá que la vida no empieza hasta que se nace»… Igual de amenazado que el fariseo se siente el hombre posmoderno ante el mensaje de Jesús.

¿De la fe puede venir algo bueno? tal vez esa sería la imprecación actualizada de nuestro tiempo… Pues parece ser que sí, parece ser que de Galilea salió no solo algo bueno, sino el que es la Verdad y la Vida, y de la fe hoy sigue saliendo algo bueno, no de las caricaturas que hacen del creyente, no de las caricaturas en las que nos convertimos con nuestras polémicas y divisiones, ni con nuestros escándalos y miserias. Pero sí, de la fe sigue saliendo algo bueno, vidas entregadas al servicio del Reino, conciencias formadas que claman en el desierto intelectual de la posmodernidad y el relativismo, santos y santas del siglo XXI cuyas vidas gritan por encima del ruido ensordecedor en el que vivimos.

Sí Señor, gracias porque todavía hoy, de Nazaret, de Galilea, sigue saliendo algo muy bueno.