No, no me he equivocado en el título, hoy es jueves y la solemnidad de la Anunciación del Señor, justo nueve meses antes de Navidad. Ayer montamos la caseta del perro. Un montón de maderas y tornillos, precisamente numerados, pero que cuando los ves todos desparramados por el suelo piensas que de ese revoltijo no puede salir nada bueno. Pero encuentras la madera 1, que encaja con la madera 2 con los tornillos 3 y 4. Descubres que ese trozo grande es el fondo de la caseta y esa cosa verde el techado. Poco a poco todo se va ensamblando y, al final, todo tiene sentido. Ha quedado tan bien que estoy pro mudarme yo a vivir a la caseta del perro (tal vez es mi lugar).

“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

María contestó:

«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».

Y el ángel se retiró.

Hoy es el día de la Encarnación, de la Anunciación del Señor que se encarna en las purísimas entrañas de María gracias a su sí. Para María todo debía estar desbaratado, no entendía nada. Ella, pobre y humilde, que había aprendido que el Mesías llegaría con poder y gloria, escucha el anuncio del ángel. Pero ella sabe que, si hay un protagonista, es el mismo Dios. Si Dios decide ponerla en el lugar que Él quiera ella no es nadie para negarse y acepta la voluntad de Dios y se convierte en protagonista el Hijo que se gesta en sus entrañas. A lo largo de la vida de Jesús irá descubriendo como se ensamblan todas las piezas, como la Sabiduría de Dios es mucho más sabia que la de los hombres y será testigo principal de la culminación de ese plan como madre dolorosa al pie de la cruz y en la resurrección. La vida de María es una unidad en la que, aunque una espada le traspase el alma, acabará triunfando el “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” que hoy celebramos. Desde nuestro bautismo tu vida y la mía han sido unidas ala de María desde ese “Hágase” hasta que nos recibe como hijos al pie de la cruz. ¿Cómo no poner el amor a nuestra Madre del cielo al lado de nuestro amor por Jesucristo?

Hoy es la jornada por la vida. Muchos ven sólo que terminan con una vida en el vientre de su madre, en la cama de un hospital, o haciendo morir por el hambre, las guerras, la violencia…, toda vida es sagrada y sólo está en manos de Dios. Se creen que terminan con la vida, pero el que es la Vida llamará a la nueva vida a tantos niños abortados, a tantos ancianos abandonados y acusarán a esta generación ¿Seremos capaces de aguantarlo? ¿Será capaz ese padre, esa madre, ese médico o esa enfermera de mirar a los ojos a aquel que no dejó nacer a esta vida, pero no pudo privarle de la eterna? La Misericordia de Dios es mucho más grande que nuestros pecados, y le pedimos nuestra Madre del cielo que nos ayude a acogerla. Y todo comenzó con ese “Hágase” y Dios hizo.