Los niños son la bomba. Hay una campana en el jardín de la parroquia, que pertenecía a la antigua ermita que había en este entorno, y una gran aventura de los niños es tocar la campana. Tocan la campana y yo aparezco…” soy el guardián de la campana”. Lo mejor es cuando un niño te mira con cara de asombro y te pregunta: “¿Cómo has sabido que hemos tocado la campana?” Le respondo que porque yo lo sé casi todo, responderle que es porque suena es quitarle todo el encanto.

“Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”.

Muchas veces les sonó la campana a los judíos, pero no quisieron saber que sonaba. Tenían delante al Hijo de Dios y no lo querían admitir, preferían apedrearlo. Nos puede asombrar la ceguera/sordera de los judíos… ¡Si nosotros hubiéramos estado allí! Seguramente Jesús volvería a ser crucificado.

Sinceramente me es más fácil disculpar a un coetáneo de Jesús por no creer en su divinidad que a mi, bautizado y templo del Espíritu Santo, que cada día recibo su Cuerpo y su Sangre, que le entrego mis pecados para recibir misericordia, que tengo el testimonio de los santos de toda la historia que iluminan mi vida…, y me sigue costando creer. Vamos a comenzar los días santos, en un par de días escucharemos el relato de la Pasión y mi corazón seguirá indiferente y frío. Suena la campana una y mil veces y no respondo a su llamada.

Os digo un secreto. Cuando más he descubierto que Dios está, que Dios es, no ha sido en los momentos de grandeza o de éxito. Cuando he pedido al Señor humillaciones y me las ha concedido, cuando he sufrido la injusticia de lso que deberían ser no sólo justos, sino casi padres, cuando he sido juzgado y despreciado entonces es cuando sientes la presencia de Dios que dice con Jeremías: “Oía la acusación de la gente: «Pavor-en-torno; delatadlo, vamos a delatarlo». Mis amigos acechaban mi traspié:

«A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengaremos de él».

Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes.

Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará.

Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa!

Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa”.

Se conocía a este día tradicionalmente como viernes de dolores. Esta tarde rezaremos el Vía Crucis y entonces, descubriré una vez más, que sólo desde la Cruz se puede comprender que ahí está Dios. Desde esa altura, desde la altura de la humildad, se oye fuerte y clara la campana. María está al pie de la cruz, no te deja solo en ningún momento, confía.