Si ayer nos asombrábamos ante el misterio de la insondable misericordia y amor de Dios, hoy nos podemos deleitar en la acción de ese amor en una criatura, y contemplar el misterio de la ternura.

“Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.” En María comienza algo nuevo. El corazón de María que, por los méritos de Cristo, no conoció el pecado no se queda solamente en el “no pecar”, sino que va palpando y conociendo el amor que Dios nos tiene. María “ruega por nosotros pecadores” no porque seamos pecadores, sino porque conoce el amor que Dios nos tiene más allá de nuestros pecados. María ama lo que Dios ama. La mirada de María sobre nosotros descubre incluso aquellas cosas que nosotros desconocemos, pero que nos hacen amables para Dios. Si un hijo escuchase a su madre hablar de él -que se cree díscolo, desobediente y en la edad del pavo más absoluta-, descubrirá cosas que seguramente ni el mismo sepa de si mismo, y que son más ciertas que la imagen de malote que él mismo se ha formado. El corazón de Inmaculado de María no juzga, ni prejuzga ni condena. Busca lo amable, la huella de Dios en nosotros, nuestra grandeza y de ahí nace la ternura. La ternura es el cariño entrañable, es decir, que nos mira hasta las entrañas. No se queda en la imagen que queremos dar, ni siquiera en nuestras meteduras de pata, sino que va más adentro y descubre que somos hijos de Dios y coherederos con Cristo, y esa es nuestra grandeza amable.

Pídele a Dios la ternura de María. Pude parecer que lo que hace falta es mano dura e intransigencia…, lo que hace falta es la verdad y la verdad no está reñida con la ternura. La ternura no es vengativa ni desconfiada, no desprecia ni juzga, no utiliza al otro ni le denigra…, simplemente nos coloca en la verdad ante ese Dios que nos ama y se entrega por nosotros.

María y José perdieron a Dios, al niño Dios ¿Cómo no nos van a mirar con ternura cuando nosotros nos perdemos? Nos dirán: “búscalo y lo encontrarás. No te canses, no te desanimes, no tires la toalla…, y guarda todo en tu corazón.” Inmaculado corazón de María, enséñame la ternura.