[Previsiblemente, las lecturas que aparezcan hoy en la otra sección sean las del viernes de la XV semana del Tiempo Ordinario. Hoy haré el comentario a las lecturas propias de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, tomadas del Misal Carmelitano. Las pongo abajo].

La advocación de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo se remonta a la época de las cruzadas, allá por el siglo XII, y tiene vínculos con ambos testamentos: el Monte Carmelo fue donde vivió Elías, uno de los profetas por antonomasia del Antiguo Testamento, que fue arrebatado al cielo en un carro de fuego ante la mirada atónita de su discípulo Eliseo; y tiene en la primitiva ermita dedicada a la Virgen María, madre del Mesías, su relación con el Nuevo. Surgió en torno a ella una comunidad contemplativa que dio origen a la orden del Monte Carmelo.

Este carisma ha sido fecundísimo en santidad, generando una constante fuente de amor y fidelidad al Redentor. La figura de Elías lo representa de modo especial en el Antiguo Testamento, pues defiende la fe en el Señor en medio de la idolatría de los falsos profetas. Sus prodigios, realizados en nombre del Dios Altísimo, atestiguan la fe verdadera. En la primera lectura de hoy, Elías abre el cielo que había cerrado él mismo en nombre del Señor (cf 1Re 17,1).

Al pie de la Cruz, María contempla el sacrificio que hará el mismo milagro, pero no referido a la lluvia, sino al Paraíso: el sacrificio y la resurrección de Cristo abren para la humanidad entera la lluvia de la santidad, que es promesa del Cielo abierto por el Redentor a todos los que crean en Él. La filiación adoptiva que explica San Pablo en la segunda lectura, es el modo en que se produce esa promesa: la filiación divina, obrada por el portento maravilloso de la gracia bautismal.

Para entrar en ese lugar, el salmo 14 indica las cualidades espirituales necesarias. Y con este empeño, la clausura carmelitana propone este modo de vida propio de contemplación, alabanza y expiación.

Terminamos con uno de los regalos más particulares de la orden: el escapulario, una vestimenta que cubre el dorso y la espalda, con una abertura en medio para la cabeza. Tiene su origen en la visión de San Simón Stock (s.XIII): se lo entrega la Virgen con la promesa salvífica a quien lo lleve. Esta peculiar vestimenta es signo de protección, como escudo frente a las tentaciones y estimula nuestra vida en la imitación de Cristo. La Virgen nos protege y ayuda para alcanzar la contemplación definitiva en el Cielo. Si no tienes impuesto el escapulario del Carmen, te lo recomiendo (hay una versión muy reducida para llevar al cuello; puede ser en forma de medalla, como la que me regaló mi familia el día de la ordenación de diácono).

—————————————————

LECTURAS PROPIAS DE LA FIESTA DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DEL MONTE CARMELO

PRIMERA LECTURA – Elías lloró y el cielo dio su lluvia
Lectura del primer libro de los Reyes     18,41-46
En aquellos días, Elías dijo a Ajab: «Vete a comer y beber, que ya se oye el ruido de la lluvia». Ajab fue a comer y beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo; allí se encorvó hacia tierra, con el rostro en las rodillas, y ordenó a su criado: «Sube a otear el mar». El criado subió, miró y dijo: «No se ve nada». Elías ordenó: «Vuelve otra vez». El criado volvió siete veces, y a la séptima dijo: «Sube del mar una nubecilla como la palma de una mano». Entonces Elías mandó: «Vete a decirle a Ajab que enganche el carro y se vaya, no le coja la lluvia». En un instante se oscureció el cielo con nubes empujadas por el viento y empezó a llover. Ajab montó en el carro y marchó a Yizreel. Y Elías, con la fuerza del Señor, se ciñó y fue delante de Ajab, corriendo hasta la entrada de Yizreel.
Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL     Sal 14,1.2-3.4
R. Atráenos, Virgen María, caminaremos en pos de ti.
V. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?

V. El que procede honradamente y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

V. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

SEGUNDA LECTURA – Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas     4,4-7
Cuando se cumplió el tiempo envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como son hijos, Dios envió a sus corazones al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! ¡Padre! Así que ya no eres esclavo, sino Hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios

ALELUYA     Lc 11,28
Aleluya, aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.
Aleluya, aleluya, aleluya.

EVANGELIO – Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
Lectura del santo Evangelio según San Juan     19,25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.