PRIMERA LECTURA
El Arca de la Alianza del Dueño va a pasar el Jordán delante de vosotros.
Lectura del libro de Josué 3, 7-10a. 11. 13-1
En aquellos días, el Señor dijo a Josué:
«Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte ante todo Israel, para que vean que estoy contigo como estuve con Moisés. Tú dales esta orden a los sacerdotes portadores del Arca de la Alianza: “En cuando lleguéis a tocar el agua de la orilla de Jordán, deteneos en el Jordán”».
Josué dijo a los hijos de Israel:
«Acercaos aquí a escuchar las palabras del Señor, vuestro Dios».
Y añadió:
Así conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que va a expulsar ante vosotros a los cananeos. Mirad, el Arca de la Alianza del Dueño de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de vosotros.
Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el Arca del Señor, Dueño de toda la tierra, pisen el agua del Jordán, la corriente de agua del Jordán que viene de arriba quedará cortada y se detendrá formando como un embalse».
Cuando la gente levantó el campamento para pasar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza caminaron delante de la gente.
En cuanto los portadores del Arca de la Alianza llegaron al Jordán y los sacerdotes que la portaban mojaron los pies en el agua de la orilla (el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega), el agua que venía de arriba se detuvo y formó como un embalse que llegaba muy lejos, hasta Adán, un pueblo cerca de Sartán, y el agua que bajaba hacia el mar de la Arabá, el mar de la Sal, quedó cortado del todo.
La gente pasó el río frente a Jericó. Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor estaban quietos en el cauce seco, firmes en medio del Jordán, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que acabaron de pasar todos.
Palabra de Dios.
Sal 113A, 1-2. 3-4. 5-6
R. Aleluya.
Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio. R.
El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos. R.
¿Qué te pasa, mar, que huyes,
a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos? R.
Aleluya
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus decretos. R.
EVANGELIO
No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-19, 1
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo».
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
«Págame lo que me debes».
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
«Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré».
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.
«No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»
No creo equivocarme si digo que es uno de los Evangelios más útiles y, a la vez, más complicados de vivir: Perdonar sinceramente, a quienes nos ofenden: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar?, ¿hasta siete veces?».
Pedro quiere quedar bien con Jesús y le pone un límite muy alto: siete veces. Sin embargo, Jesús eleva ese nivel al «siempre», en todo lugar y a todos: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete».
El perdonar de corazón no es el «perdono, pero no olvido». Es verdad que la experiencia del perdón no la podemos vivir sin la sanidad interior de todo aquello que nos ha herido, pero sin la experiencia del perdón de corazón, es decir, sin restaurar el corazón de deudas y reconres inútiles, no podemos vivir la experiencia gozosa de la fe cristiana.
Si me opongo a vivir el perdón, si ofrezco resistencia a perdonar a quienes me ofenden, ¿cómo puedo entender y qué sentido le doy a lo que Jesús hizo por mí en la Cruz?, ¿cómo puedo rezar diariamente el Padrenuestro y pronunciar el «perdona mis ofensas, como yo perdono a quienes me ofenden»?, ¿cómo entenderán, quienes me vean, que soy discípulo de Cristo, por ir a misa o por vivir el Evangelio en su integridad, incluso en sus enseñanzas más difíciles?
Hoy rezamos como cada dia; el Santo Rosario, Pedimos a la Virgen Maria, Por la paz en el Mundo. Por las Mujeres maltratadas. Por la fe para que reine en el mundo. Tu hermano en la fe: José Manuel.
Querido hermano:
El Evangelio nos remarca, además, que si nosotros no somos capaces de perdonar, ¿con qué cara le vamos a pedir perdón a Dios de todas nuestras caídas, debilidades y pecados? Recuerda que perdonar no es olvidar; perdonar no es un sentimiento, sino un acto de la voluntad; perdonar es aceptar vivir con las consecuencias del pecado de otra persona. El perdón sale del corazón; perdonar es decidir no guardar más el pecado de alguien en el corazón, y el perdón no puede esperar a que sientas deseos de perdonar.
«El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar al futuro con esperanza». El no perdonar es de tontos, pues te llena de amargura y no arregla nada: «Los débiles nunca pueden perdonar. El perdón es el atributo de los fuertes».
Hoy rezamos como cada dia; el Santo Rosario, Pedimos a la Virgen Maria, Por la paz en el Mundo. Por las Mujeres maltratadas. Por la fe para que reine en el mundo. Tu hermano en la fe: José Manuel.
«aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?»
Hoy sólo piden perdón los creyentes, y menos de lo que debiéramos.
Pero somos pecadores, muy pecadores, y, sólo la infinita misericordia de Dios evita nuestra podredumbre.
Recemos a la Santísima Trinidad, pidamos perdón, porque quien, de corazón pide perdón, también podrá perdonar.
Perdonar y pedir perdón. Pedir perdón y perdonar. Seamos misericordioso. Humildes. Mansos. Y tengamos a Cristo por modelo
Sólo perdonamos si se lo pedimos a Dios con insistencia y Él nos lo concede. Mi anciano padre (que es un hombre muy lúcido) siempre perdona porque con 92 años solo aprecia lo importante.
Dios mío, cámbiame este duro y rencoroso corazón; dame un corazón tierno y agradecido cómo el que has concedido a mi padre!