PRIMERA LECTURA
Dios os ha reconciliado para ser admitidos a su presencia santos y sin mancha.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 21-23
Hermanos:
Vosotros, en otro tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y malas acciones; ahora, en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, Dios os ha reconciliado para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche, a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que habéis escuchado: el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.
Palabra de Dios.
Sal 53, 3-4. 6 y 8
R. Dios es mi auxilio.
Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras. R.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno. R.
Aleluya Jn 14, 6bc
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo soy el camino y la verdad y la vida – dice el Señor -;
nadie va al Padre sino por mí. R.
EVANGELIO
¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 1-5
Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?».
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, tomando los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a sus a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».
Palabra del Señor.
«El Hijo del hombre es señor del sábado».
Es el Señor quien nos da la vida, la salud, el reposo y el alimento, nos sustenta en la debilidad y nos señala los límites para que seamos Santos y servidores, no pecadores orgullosos de nuestra maldad.
Amemos como Dios nos ama, sirvamos porque Dios mismo nos sirve. Tomemos su Humildad como nuestro mejor sábado y colaboremos en su obra constante y abnegada de salvación y paz.
No como malvados mentirosos, ególatras de rapiña y propagadores de muerte, sino como siervos del Señor de la Vida. El Señor del sábado.
«La clave está en que el Hijo del Hombre es señor del sábado»
Hoy Jesús sigue insistiendo en no perder la esencia de la auténtica fe por causa de preceptos humanos.
El descanso sabático era uno de los pilares, rasgos distintivos, de la comunidad judía. Por ello, habían elaborado una lista de treinta y nueve clases de trabajos prohibidos en sábado, por ejemplo: arrancar espigas y desgranarlas; como se cuenta hoy en el Evangelio. Incluso la curación de una persona si se podía hacer otro día, se recomiendaba que no coincidiera en sábado.
Es muy triste cuando anteponemos el cumplimiento de preceptos, el cuidado de la sana doctrina, al bien de las personas. Hay quienes solo se dirigen por el camino del deber, «Es el moralismo de cuantos pretenden realizar del Evangelio solo lo que entienden con la cabeza». No están en el camino de la conversión, esa conversión a la que nos invita a Jesús y estos, por el camino del deber, cargan todo sobre las espaldas de los fieles.
Los ideólogos falsifican el Evangelio: toda interpretación ideológica, independientemente de donde venga, es una falsificación del Evangelio. En el camino de la fe sobran indicadores y normas que nos indiquen cómo hay que hacer, qué no hay que decir, cómo hay que vestir, qué papeles tenemos que traer, qué requisitos tenemos que cumplir. En la fe necesitamos descubrir la persona maravillosa de Jesús. Pues, «el Hijo del Hombre es señor del sábado».
Rezamos el Santo Rosario para que crezcamos en la fe, seamos verdaderos discípulos misioneros del Señor y perseveremos en el buen obrar.
Vuestro hermano en la Fe: José Manuel.