“Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto”. El salmo nos da una pista verdaderamente importante. El pecado es fuente de confusión, y su incidencia no sólo tiene secuelas interiores, sino que va más allá.

Dios, causa primera de todas las cosas (Creador de cielos y tierra, decimos en el rezo del “Credo”), se deja vislumbrar a través de los acontecimientos del día a día. Y esto significa que todo tiene una finalidad y un orden inscrito en lo más íntimo de la Naturaleza. Sin embargo, la libertad, que también ha sido querida por Dios para el hombre, puede alterar ese orden hacia otra disposición: el pecado. Y como el hombre forma parte de la Naturaleza, ésta puede verse alterada con su comportamiento.

Jesús vuelve a arremeter contra los fariseos, esos mismos que buscaban su muerte. También podía, gracias a su poder, aniquilarlos en un instante, pero no fue así, sino que incluso murió en la Cruz a causa de nuestros pecados.
La Virgen te ayudará a poner por obra nuestros deseos de sembrar paz y alegría que llevamos en tu corazón.