“¿A quién compararé esta generación? Se parece a niños sentados en las plazas que, gritando a sus compañeros, dicen: Os hemos cantado al son de la flauta y no habéis bailado; os hemos cantado lamentaciones y no habéis llorado. Porque ha venido Juan que no come ni bebe y dicen: Tiene demonio. Ha venido el Hijo del Hombre que come y bebe y dicen: Mirad un hombre comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores”. Este reproche de Cristo, que recoge el Evangelio de hoy, va dirigido a unos hombres que nunca están conformes. Hagas lo que hagas, todo les parece mal. Es la crítica permanente, no se conforman con nada. Además están siempre en la cultura de la queja, del reproche, del juicio negativo. Y algo de este espíritu tenemos nosotros, aunque sea en grados diversos. También nosotros relatamos, nos quejamos, somos negativos en nuestros comentarios, sembrando discordia en vez de sembrar paz y alegría, a todo le encontramos fallas menos a nuestro criterio.
En otras ocasiones son nuestros juicios tajantes. “Ha venido Juan que no come ni bebe y dicen…” “Ha venido el Hijo del Hombre que come y bebe y dicen…” Decir es muy fácil. Criticar lo sabe hacer cualquiera. Pero “la sabiduría se acredita por sus propias obras”. Son las obras lo que cuenta. En vez de criticar tantas cosas que me parece que se hacen mal, yo ¿qué hago?
Aprovechemos este tiempo de especial gracia del cielo para afinar en nuestra lucha por no ser tan críticos, por ser sembradores de paz y de alegría, reconozcamos a Jesús: en mi vida diaria tengo miles de ocasiones para mejorar mi actitud de crítica negativa. Desde un plato que se ha quemado un poco, o un recado que alguien entendió mal, hasta un jefe o un profesor que se ha equivocado, o un conocido que da mal ejemplo. ¿Cómo lo habría hecho yo en esas circunstancias? ¿No podría haber hecho algo para mejorar aquella situación? Es más fácil decir que hacer. ¿Hemos probado alguna vez, por casualidad siquiera, a hacer «bien» lo que, según nuestra “autorizada” opinión, hacen los otros menos bien?
En este tiempo de Adviento nos vendrá muy bien ponernos delante de Jesús y pedirle: Señor, que no permita ninguna crítica que no sea constructiva, que me pregunte antes si yo lo hubiera hecho mejor. Que no caiga yo en el vicio de la crítica negativa, de la murmuración, del descrédito. Que busque siempre el lado positivo, el esfuerzo realizado, la buena intención. Que intente comprender, perdonar, enseñar con paciencia, aguantar los defectos de los demás que no sean ofensa de Dios como ellos también soportan los míos, alabar o callarme antes de criticar. En este sentido recuerdo un consejo recibido hace muchos años que aún me sigue siendo de gran ayuda: pensar que los defectos o las cosas de los demás que no me agradan son parte de la Providencia ordinaria de Dios para mi santificación. Y viceversa, mis defectos y las cosas mías que desagradan a los demás son Providencia ordinaria para su santificación. Mirar así las cosas me ayudará, como exhorta S. Pablo a llevar los unos las cargas de los otros (Ga 6, 2) y hacerlo con alegría.
Miremos a María y aprendamos a mirar con sus ojos a nuestros hermanos, a juzgar con su cariño y comprensión.
Dios Todo Poderoso Te Adoro
Querido hermano:
«Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y a un borracho, amigo de publicanos y pecadores”».
Pero los hechos dan la razón a la sabiduría de Dios. La evangelización nunca ha sido fácil, pues no todos están en condiciones de entender el maravilloso mensaje de Jesús.
Pero es tan grande dar esperanza y tocar corazones con la Buena Noticia de Jesús que yo quiero seguir tocando la flauta, aunque alguno no baile; o tocar lamentaciones, aunque otros no lloren.
Criticados vamos a ser. El Maestro lo fue. Por eso, bienaventurados seamos si a pesar de las dificultades, apostamos por la vida, por la verdad, por la belleza, por la bondad, y Dios delante.
Reza el Santo Rosario cada dia. Pide a la Virgen Maria por la Paz en el Mundo entero. Tu hermano en la fe José Manuel.
Gracias Señor por este nuevo día.
«Llevar unos las cargas de los otros y hacerlo con alegría» es un buen propósito, en la vida familiar,profesional y social.Debemos cambiar la perspectiva para ser Otros Cristos, el Mismo Cristo…
Si nos lo planteamos , con detalles concretos, a diario, el cambio es impresionante.Pero para nada es fácil.Implicarnos, meternos en el Evangelio, como un personaje más…es un reto grande.
Lo habitual, en todos los ambientes,es criticar.Encontramos justificaciones para «no servir»y descalificamos despiadadamente lo que hacen los demás.Entonces es cuando vernos cuestionados y juzgados nos viene estupendamente, para crecer en humildad y en vida interior.
Nos preocupamos mucho ,a veces, en grupos nacidos para evangelizar por ganar «adeptos», por ser más, por crecer en influencia, y olvidamos que lo nuestro es testimoniar y agradecer los bienes recibidos.También, lo nuestro es valorar y acoger a los otros, conocer su riqueza, que les ha sido dada por el mismo Creador y Dios. No somos conscientes de que somos instrumentos rotos,que suenan bien porque Él los toca.
En esta Navidad, enfrentaremos reuniones,eventos…no siempre felices y festivas…en los que algunos dispararán dardos envenenados hacia la Iglesia y hacia los católicos…y nos revolveremos inquietos e incluso indignadosen nuestra silla,…olvidando al Niño en el pesebre que se deja mirar, acariciar,achuchar por todos.Él regaló sonrisas,puso oídos ,dió voz,lo entregó todo y sigue dándose…Y nosotros, tenemos que imitar esos gestos y dejar de quejarnos tanto.
El alegre cansancio de estos días, ayudada por mi hijo Sergio, hemos montado el Belen que ha quedado precioso. Tengo las sucesivas siempre encendidas para que MI NIÑO se sienta a gusto con MARIA meciendo el pesebre y San José de vigía