Con la celebración de hoy finaliza el tiempo de Navidad. Después de ser bautizado por Juan en el Jordán Jesús inicia su ministerio público, anunciando el evangelio y llamando a la conversión.

Sobre el bautismo de Jesús señaló el Cardenal Vanhoye: “Jesús no tenía necesidad del bautismo para sí mismo, porque no tenía pecado. Sin embargo, sí tuvo necesidad del bautismo para significar su misión: vino a cargar sobre sí nuestros pecados, a morir al pecado en nuestro lugar, para resurgir a una vida nueva: vida que ahora está a nuestra disposición”.

Jesús se sumerge en el Jordán, no para lavarse, sino para santificar las aguas. El bautismo de Juan no podía perdonar los pecados, aunque sí que disponía para el encuentro con Jesús. Tras su ascensión y el envío del Espíritu Santo, el bautismo de la iglesia no sólo perdonará los pecados sino que comunicará la vida divina. Jesús baja a las aguas del Jordán mostrando su compasión hacia todos los pecadores y su misericordia. Por el bautismo se unirá a nosotros, para que podamos vivir según su amor. A ello hace referencia el apóstol Pablo en la segunda lectura, al hablar del Espíritu Santo que, por medio de Jesucristo, Dios derrama abundantemente sobre nosotros.

El bautismo de Jesús va acompañado de una teofanía. Los cielos se abren, como indicando que, por Jesús se ha abierto un camino nuevo. Por su medio se realiza la reconciliación con Dios. Esos cielos se abren mientras Jesús oraba. Al mismo tiempo desciende el Espíritu Santo sobre él y se oye la voz del Padre. Hay una manifestación de la Trinidad.

No podemos dejar de pensar en las palabras del Padre: “Tú eres mi Hijo, el amado, en ti me complazco”. Jesús es el Hijo amado que va a morir por nosotros en la Cruz para que también nosotros podamos vivir como hijos de Dios.

El bautismo de Jesús nos lleva a pensar en nuestro propio bautismo. Ciertamente no deja de ser misterioso porqué Jesús le pidió a Juan que lo hiciera. Sabemos de las reticencias del Precursor y de la afirmación del Señor de que debía “cumplirse toda justicia”. En el prefacio de la misa de hoy se dice: “estableciste un nuevo bautismo con señales admirables en el Jordán”. Esas señales indicaban que Jesús es el Verbo, el Hijo eterno del Padre, que está en medio de los hombres y es ungido en su humanidad porque es el Mesías anunciado “enviado a evangelizar a los pobres”.

Demos gracias por haber recibido el don del bautismo y pidamos tener conciencia de la gran dignidad de ser cristianos y no dejemos de pedir para vivir conforme a las enseñanzas de Jesús.