Por muy hasta arriba que estés o por muy ajetreada y complicada que sea tu vida tú no sabes lo que es estar ocupado. ¿Alguna vez has dado de comer a 5000 sin contar mujeres y niños?, ¿alguna vez has curado a todos los enfermos de una ciudad y expulsado a todos los demonios?, ¿cada cuánto tiempo se reúnen a tu alrededor multitudes para escuchar tu mensaje? Tú no sabes lo que es estar ocupado, sin embargo la excusa más común de la gente para no rezar es… “no tengo tiempo”.

Jesús enseña a sus discípulos que el tiempo a solas con El es una prioridad, no un lujo. La vida de Jesús y sus discípulos es realmente ajetreada. Es precisamente cuando más atareados estamos que más seguros hemos de estar de que nuestras fuerzas y nuestra visión para la acción fluyen en la dirección correcta. Es sumamente fácil hacer muchas cosas sin saber muy bien para qué y eso, aunque pueda ser estimulante, al final nos quema y eventualmente nos destruye. Solo si nos mantenemos enfocados podemos trabajar a tope y sin quemarnos. El cristiano o está enfocado en Cristo o está desenfocado y estar enfocado en Cristo no es algo que ocurre sin más.

No encontrar un tiempo para estar a solas con Jesús en “un lugar tranquilo” no es cuestión de estar muy ocupados. Cuando no rezamos es por que queremos dedicar ese tiempo a alguna otra actividad que nos satisface más. Anteponemos el hacer al ser. Queremos ser lo que hacemos, en vez de hacer lo que somos. La única manera de saber y no olvidar nunca quienes somos y, por tanto, por qué hacemos lo que hacemos, es estar con Jesús… y para eso hace falta tiempo, en un lugar tranquilo.