¿Por dónde se entra a conocer a una persona? ¿Cuál es la boca de entrada? Misterio. Conozco a una amiga que me contó una historia tristísima, era una porción de su propia vida. Conoció, por una de esas aplicaciones informáticas de parejas, a un norteamericano con el que mantuvo una relación virtual durante un año. Un año entero de dedicación al conocimiento mutuo es mucho tiempo. Él vivía en Nueva York y ella en Madrid, pero salvaron la distancia con cartas escritas del puño y letra de cada uno, se mandaron vídeos, hubo muchos mensajes de felicitación, se expusieron el alma como sólo la escritura reposada puede hacer. Fotos de la infancia, chismes, cosas menudas, profundidades. Todo cupo en aquellos 365 días de lenta construcción.

Llegó el día del encuentro. Una tarde de primavera, mi amiga se embarcó en un vuelo con destino a Nueva York. Un viaje en absoluto desasosegante, sabía que le esperaba la persona que mejor la conocía en el mundo. Pero al llegar y verse, no pudieron resistir mucho tiempo juntos, ¿cómo era posible?, ¿acaso no sabían hasta las caras B de sus álbumes favoritos de los Rolling? La absoluta proximidad enterró una relación que parecía diseñada para el éxito. Qué misterio más descomunal el de conocerse.

¿Quién dice la gente que eres tú? Pregúntaselo a quien más te quiere. Pues eres vanidoso, cabezota, amoroso, juguetón, amigo de tus amigos. Quien bien te quiere siempre subrayará lo bueno y lo malo que hay en ti. Porque quien más sabe de ti no eres tú mismo, sino quien te mira con ternura. Has nacido de Dios para estar en relación con los demás, sólo los vínculos te pondrán el espejo adecuado donde mirarte. Si te fías de ti, fracasarás como ser humano, y sólo te mirarás en el espejo de tu propia debilidad.

¿Quién decís que es Jesucristo? Se lo pregunté ayer a una pareja de novios que tienen intención de casarse por la Iglesia. Me dijeron que creían en los colegios católicos, por la formación en valores que dan, la bondad, la generosidad, la disciplina, y también me dijeron que es mejor creer que no creer. Se miraron y parecían satisfechos con la respuesta. Volví a preguntarles por la persona de Jesucristo, pero se escurrieron igual. Les ayudé con una frase que me parece valiosísima, de esas que están diseñadas para guardárselas muy adentro, “la fe cristiana es enamorarse de un Dios que ha injertado la eternidad en el mundo, en la carne, en la materia”. Con lo cual la vida es el terreno de juego del encuentro con todo eso tan enorme y tan alto que llamamos Dios. Me miraron perplejos, hasta entonces no se imaginaban que la acera de Dios estuviera tan a la mano.

¿Quién es Jesús? Que nadie te responda a la pregunta que sólo en intimidad se responde. Date tiempo, date la vida para responder.