MIÉRCOLES II SEMANA CUARESMA
san Mateo 20, 17-28
Quieren atentar contra el profeta: “Venid, maquinemos contra Jeremías (…) lo heriremos con su propia lengua y no haremos caso de sus oráculos” …Y también contra el Mesías: “El Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen” … ¿Por qué?
¿Por qué hemos llevado a la Cruz al Inocente? Incapaz de sondear las profundidades del misterio del mal, puede haber dos respuestas: unos, por odio declarado o soterrado; por ese odio con que el Príncipe de las Tinieblas detesta a Dios, y al que algunos han dejado apoderarse de su alma.
En otros casos, la condena de Cristo no procede del odio expreso, sino del egoísmo. Sabemos que, al pecar, le enviamos a la muerte; y no, no odiamos a Cristo, pero preferimos nuestro pecado, aunque ello conlleve su condena… ¿Qué resulta peor, aquel odio, o este rastrero egoísmo?
“Acuérdate de cómo estuve en tu presencia, intercediendo en su favor, para apartar de ellos tu enojo” … “El Hijo el Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida en rescate por muchos”. Y el injustamente condenado, el que es azotado, escupido, abofeteado, humillado, cosido a latigazos sin piedad y sin piedad clavado en una Cruz, se ofrece como Víctima por sus verdugos: por quienes le odian, y también por quienes, rendidos a su egoísmo, no quieren mirarle mientras le azotan.
Es el abismo del Amor oblativo, del Amor sacerdotal con que Cristo Jesús ama incomprensiblemente, locamente, a cada alma; a la mía, a la tuya … y a quienes con nuestros pecados destrozamos su Corazón abierto…
¿Querremos abrazarnos a la Cruz para entregarnos con Él en reparación de todos los pecados? … “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?”. Allí, en ese abismo de sufrimiento y de Amor, nos espera María, con sus brazos abiertos para abrazar el Madero… Y para abrazarte a ti.
Querido hermano:
Está claro que la propuesta de Cristo de «servir y entregar la vida» no es la que sigue el mundo.
Pero recuerda que este Evangelio no es únicamente para obispos y sacerdotes, sino para todo bautizado. Leía el otro día una oración que me hizo pensar:
Me duele mi vida.
Me duelen tantos gritos de dolor que no escuchamos.
Me duele que se nos vea siempre al lado del poder.
Me duele que estemos más preocupados de nuestros derechos, que de la dignidad de toda persona humana.
Me duele que estemos más preocupados por nuestros bienes, que por buscar que todos tengan bienes.
Me duele que actuemos como si el Espíritu Santo fuera monopolio de unos pocos.
Me duelen nuestros silencios, nuestros múltiples lavados de manos, nuestras falsas prudencias, nuestras esquizofrenias;
la distancia entre lo que creemos y hacemos; entre lo que decimos y vivimos; entre el Evangelio y la vida.
Recuerda cuál es el desafío de hoy desde el Evangelio: servir y dar la vida por los demás. Rezamos cada dia con la Virgen Maria la Madre del Cielo, nuestra Madre el Santo Rosario. Pidamos por la Paz en el Mudo.
Gracias por la información.
Hay gente a la que todavía nos importa esto. Gracias.