1. Dureza de los habitantes de Nazaret. Conocían a Jesús y a su familia. Jesús predica en la sinagoga del pueblo de su infancia. El auditorio pasa del entusiasmo a la exasperación. Quedan sorprendidos por la autoridad con la que Jesús habla, pero no están abiertos a la fe. Jesús, al poner ejemplos tomados del Antiguo Testamento y que se refieren a personas no pertenecientes al pueblo de Israel, les previene frente al peligro de sentirse ya seguros y de estar cerrados a la gracia.
  2. Además de extranjeros, la mujer era viuda y Naamán, leproso. Ambos experimentaban la necesidad de ser socorridos y sanados. La viuda en situación extrema por la sequía y presta a morir con su hijo. Naamán no encuentra quien pueda limpiarle de su enfermedad. Ambos se abren a la acción de Dios por su confianza en la palabra de Elías y de Eliseo. Reconocer que necesito una salvación que no puedo darme a mí mismo. Formo parte del grupo de todos los que han de ser curados por Él. Jesús nos trae la salvación.
  3. Advertencia para este tiempo de Cuaresma. Pedir el don de la fe sincera y sencilla. No la que se queda meramente en verdades lejanas que no se cuestionan sino la que abre el corazón para que Jesús pueda intervenir en mi vida.
  4. Preocupación por la guerra en Ucrania. El Papa ha anunciado que consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María el próximo viernes, solemnidad de la Anunciación del Señor. Juan Pablo II Consagró Rusia ese mismo día de 1984. El papa ha pedido a los Obispos de todo el mundo que se unan. Preparar la Consagración, con confianza en María. Sólo Jesús puede traer la paz a los corazones de los hombres y extenderla a la relación entre los pueblos. Entró en el mundo por María y por su mediación continúa ofreciéndonos dones y gracia. A nuestra Madre encomendamos a todos los que están sufriendo y también los corazones de los hombres para que sean transformados por su Hijo.