En este día del martirio de San Juan Bautista, celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, una de esas carambolas litúrgicas que a veces nos ofrece el calendario y que si buscamos en internet no volverá a repetirse en vete tu a saber cuantos años. E indagando en las redes sobre esta curiosidad me encontré con uno de eso artículos curiosos que no solemos leer, pero que te llama la atención, era el testimonio de un enfermo que había sido operado a corazón abierto. No tengo ni la más remota idea de lo que dice ese artículo, ni de lo que le pasó a aquel Señor, pero tengo en frente el crucifijo al que rezo por las noches y de refilón me di cuenta de que ese sí es un corazón abierto, física y metafóricamente.

De la parte física no tengo mucho que decir, salvo que no me imagino al Señor invitando a meter la mano en el costado a Tomás. Aunque Jorge de Burgos lo negase en el Nombre de la Rosa, yo creo que nuestro Señor tenía muy buen humor y casi me gustaría verle tomándole el pelo a Tomás, en ese momento en el que avergonzado por su desconfianza, asombrado por la presencia del resucitado Tomás solo pudo decir «Señor mío y Dios mío». Pensándolo bien, no sé si yo puedo decir algo más interesante.

Y de la parte metafórica se ocupan las lecturas de este día en las que retomamos la temática del buen pastor. Después de unos años de económicas la parábola de la oveja perdida suena casi a insulto. Absolutamente ningún economista del mundo, ningún manager, ningún especialista en riesgos de inversión, ni un solo broker dejaría al rebaño para buscar la oveja perdida. Con lo cual podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que Jesús no sabía de economía, y menos mal, porque sino la cosa se iba a poner muy difícil.

Metafóricamente aquella oveja perdida es el ser humano en pecado, es decir el ser humano que, intrépido, recorre los caminos que le alejan de Dios, el ser humano que se vuelve un trotamundos de sus deseos, el que se aleja de Dios… Me gusta ver al Dios mendigo, peregrino, preocupado oteando el horizonte en busca del hijo pródigo… Metafóricamente solo un corazón abierto puede exponerse a tal vulnerabilidad. Nosotros construimos muros para proteger el corazón de las pérdidas… Cristo no, Él abre lo más profundo de su ser, de su intimidad para que puedas encontrar tu lugar en Él.

Y aunque yo no sé nada de pastores, si entiendo de corazones, de corazones rotos, de corazones de piedra, de corazones abiertos, del Corazón de Jesús, en el que espero encontrar siempre un pequeño rincón, mi rincón, aquel en el que me encuentre cuando intrépido haya recorrido los caminos que no llevan a la Vida.