MARTES 9 DE AGOSTO DE 2022

(MARTES DE LA XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C)

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (25, 1-13)

El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: ‘Ya viene el esposo, salgan a su encuentro’.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: ‘¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?’.
Pero estas les respondieron: ‘No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado’.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’,12 pero él respondió: ‘Les aseguro que no las conozco’.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

LÁMPARAS ENCENDIDAS

En el Evangelio Jesús nos enseña cómo vivir la fe y la esperanza en la vida cotidiana: teniendo siempre encendidas las lámparas. No dormirnos en el ensueño de una vida sin sentido, sino vivir despiertos, siempre en vela.

Pero, ¿cómo aguardar despiertos a que venga el Señor?

  • No olvidemos que el fin glorioso al que el hombre está destinado, es un don que libremente se le ofrece y libremente debe ser aceptado.
  • Nadie estará con Dios para siempre, si por propia voluntad rechaza su oferta de amistad.Por eso la Iglesia siempre ha confesado la posibilidad de vivir eternamente sin Dios, sin amor, sin esperanza, si paz.
  • Por eso hemos de estar dispuestos al perdón y al arrepentimiento, para que la muerte no nos sorprenda como a un ladrón, sino que nos encuentre despiertos y con las luces de nuestras lámparas encendidas, para que, en cuanto llegue el Señor, entremos con Él al banquete de sus bodas.
  • Decía el obispo brasileño Pedro Casaldáliga:“al final de mi vida me preguntarán: ¿has vivido? ¿has amado? Y de mi boca sólo podrán salir nombres, cientos de nombres…” Y es que la lámpara encendida consiste en vivir con los demás y amar a los demás, y poco más.