san Lucas 13, 22-30

¿Cómo no va sabrá nuestro Señor responder a la pregunta que hoy le hace un hombre?  … “Señor, ¿serán pocos los que se salven?”. Esta pregunta la han respondido muchos “teólogos,” estudiosos, funcionarios, camareros, albañiles, amas de casa, analfabetos y “analfabestias,” personas de todas las condiciones sociales, intelectuales y de cualquier edad … ¿No sabe responderla el Hijo de Dios encarnado?

“¡Todo el mundo se salvará!”, suelen responder muchos a la pregunta que le hacen a Jesús. Nos asusta la idea de la posibilidad de la condenación, y lo mejor para no aceptar algo es negarlo. 

Si admitimos que alguien se pudiese condenar también nosotros podríamos entrar en el “cupo”, y eso no queremos verlo. Negar la capacidad de la condenación es negar la libertad humana, la necesidad de la redención, la realidad de la misericordia de Dios, el motivo de la encarnación de Jesucristo, o la individualidad de la persona humana; pero, más vale borrar todo eso de un plumazo antes de aceptar la posibilidad de la condenación eterna. 

El Señor, en vez de dar una respuesta, habla de puertas estrechas por las que “muchos intentarán entrar y no podrán” … A Jesús no le interesa revelarnos el número de los salvados, sino más bien la manera de salvarnos.

El que se esfuerza por entrar por la puerta estrecha aprende a reconocer el amor y la misericordia de Dios. Descubre las “reprensiones” en lo más pequeño, “porque el Señor advierte a los que ama y castiga a sus hijos preferidos”. 

Leyendo el diario de Santa María Faustina Kowalska sorprende la de veces que el Señor la reprende y corrige en cosas aparentemente tan pequeñas que nos hacen temblar de espanto al ver nuestra vida. Dirigirse hacia la puerta ancha nos imposibilita descubrir las huellas de Cristo … nos agota y hastía de sentido la vida, pues vamos demasiado cargados de nosotros mismos.

Le pedimos a Santa María, Reina de cielos y tierra, que nos ayude a “fortalecer las manos débiles, robustecer las rodillas vacilantes” y caminar con pie firme hacia la puerta estrecha con la compañía del Señor.