Hace ya bastantes años, un emigrante en España, en una situación difícil, tras quedarse sin vivienda pues uno de sus compañeros murió bebiendo una botella de alcohol, con problemas de embriaguez y de salud, dormía en el parque enfrente de la parroquia. El día se lo pasaba dentro del templo, durmiendo en algún banco y comiendo lo que le conseguíamos. Sólo le prohibí quitarse los zapatos, pues ciertamente el olor era muy intenso. Teníamos nuestros ratos de conversación en medio de su desesperación y muchas veces le repetía: ¿Mira la cruz! Y allí se quedaba el día mirando la cruz que presidía el altar. Un día desapareció, y pensé que había vuelto a su tierra. A los meses vino a verme un hombre bien vestido, arreglado, aseado, sonriente… Era él, que había encontrado trabajo, se había reconciliado con sus amigos, había dejado de beber y había vuelto a la fe. Lo consiguió sólo mirando la Cruz de Cristo.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Hoy es la Exaltación de la Santa Cruz. Ahora se retira la cruz de tantos sitios porque no se cree en la vida eterna. Cuando un alto cargo jura su puesto se quita la cruz, para creer así que nadie le va a juzgar sino la justicia humana que ya intentará manipular. Pero, aunque intentemos negarlo, la cruz fue elevada sobre la tierra hace dos mil años. Y llegará el día en que nos encontremos frente a esa cruz, donde sólo pende el amor incondicional a Dios…, y nada más. Y tendré que confrontar mi vida con ese Amor, y todo lo demás sobrará e incluso estorbará. Por eso no importa que ocultemos la Cruz, la Cruz está por mucho que se guarde en un armario. Por eso, si quiero configurar mi vida para la vida eterna más me vale ir contemplando la Cruz e identificar mi vida con ella. Mirando la Cruz desaparecen los protagonismos, la soberbia, la vanidad, el amor propio y la prepotencia. Mirando la Cruz descubrimos nuestro tesoro escondido, nuestra perla preciosa ante la que darlo todo es dar muy poco. Mirando la Cruz descubrimos que para Dios nada hay imposible y que nosotros lo hemos recibido todo.

Por todo eso la Cruz se puede ocultar, pero no se puede negar. Fue escándalo para los judíos, necedad para los paganos, pero para nosotros fuerza de Dios y sabiduría de Dios y sigue siéndolo.

Mira la Cruz, mira a Cristo Eucaristía como la Cruz y la resurrección y descubre allí clavada tu salvación.

María, al pie de la cruz, nos mantiene en pie a todos nosotros. No la abandones y no huirás de la Cruz.