Llevo ya más de 20 años escribiendo comentarios al Evangelio en esta página. Me asombra que, de vez en cuando, el Señor te da luces nuevas para entender su Palabra, que se añaden a las anteriores y se enriquecen mutuamente. Si recibir la Palabra de Dios fuese cosa de eruditos sólo sería cuestión de estudiar más, pero si es cosa de Hijos depende de cómo escuches y cómo estés. Hoy me han dado luces nuevas el unir la primera y segunda lectura.

“Salió el sembrador a sembrar su semilla”.

“Insensato, lo que tú siembras no recibe vida si (antes) no muere”.

Muchas veces he leído la parábola del sembrador como algo que Dios hace y yo recibo de una manera o de otra. Y no es una mala interpretación, así lo explica el mismo Jesús. Pero con la carta a los Corintios entiendo que la Palabra sembrada recibe toda su eficacia con la muerte de Cristo, que nos abre las puertas a la resurrección. Y si yo quiero acoger esa Palabra debo estar dispuesto a morir en mi yo también. Es decir, no somos sólo semilla, desde nuestro bautismo (hoy bautizaré a dos criaturillas), somos también semilla de la Palabra de Dios en medio del mundo. Y para ser buena semilla yo debo ir muriendo para que crezca Cristo.

Por eso leer o escuchar la Palabra de Dios no es escuchar un texto más o menos piadoso. Es comprometer mi vida de tal manera que sea Jesucristo el que tome las riendas de cómo serán mis raíces y cuales serán mis frutos. Es el “Yo tengo que menguar y Él tiene que crecer” de San Juan Bautista. De ahí la necesidad de la perseverancia pues la soberbia siempre está llamando a nuestra puerta.

Leer la palabra de Dios no es sólo pensar “qué me dice Dios a mi hoy” sino descubrir quién soy yo hoy. Y por su eficacia, mayor que espada de doble filo, me va identificando con Cristo y voy muriendo a mi yo para dar fruto. Por eso, a veces, la Palabra de Dios, hiere y a la vez sana. No dejemos nunca de leer la Palabra de Dios.

María tuvo en su seno a esa Palabra. La acunó en sus brazos y la recibió muerta en la Cruz para dar Vida al mundo entero. Que ella nos enseñe a escuchar esta palabra cada día mejor y con luces nuevas.