Los comentarios meteorológicos que hace Cristo hoy no son universales: corresponden únicamente a la tierra donde nació. Allí entenderán completamente esta alusión.

Quien vive del campo está obligado a conocer muy bien e interpretar correctamente el complejo galimatías del movimiento de la naturaleza. La experiencia acumulada de los hombres del campo se va perdiendo, lamentablemente. Hoy nos basta consultar nuestro smartphone para poder prever con una semana de antelación si vamos a tener que coger chubasquero o no en la salida a la montaña.

De nuevo, el Señor traspone un ejemplo comprensible gráficamente por todos y lo eleva a la interpretación de la acción divina en el mundo. Dios actúa, pero su acción requiere de una interpretación para poder encontrarse con Él. No suele enviar al arcángel Gabriel, lamentablemente (algo que muchos desearían). La fe tiene un punto de «oscuridad» porque no es una «visión» de Dios, algo reservado para el Cielo. Aquí nos toca ser fieles, perseverar en la oración e ir reconociendo las mociones divinas que nos conducen hasta la voluntad del Señor a través de los acontecimientos internos y externos que van sucediendo en nuestra vida.

Cuando un corazón está ducho en las cosas de Dios, cualquier mínimo acontecimiento se puede mostrar como un lugar de manifestación divina. El Señor no calla nunca y se hace el encontradizo en los lugares y acontecimientos más inverosímiles.