JESÚS ENALTECE (SÁBADO 29 DE OCTUBRE DE 2022)

SÁBADO DE LA XXX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-11):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: «Cédele el puesto a éste.» Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba.» Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.» 

JESÚS ENALTECE

Humillares, primero. Ser enaltecido, después. ¿Cómo se puede dar estar paradoja? Porque es Jesús quien enaltece al humillado, al derramar sobre él el Espíritu Santo. Nada tiene más valor en la vida que ser de Jesús, y con él, gozar del don de su Espíritu. Ese es nuestro tesoro, eso, sólo eso, nos enaltece, nos hace insospechadamente capaces y resueltos, no por nuestros méritos, sino por pura gracia. Pero hace falta una condición: humillarnos, ser humildes…

Así lo explica el Papa Francisco: “Algunos pueden pensar que ser humilde es ser educado, cortés, cerrar los ojos cuando se reza… No, ser humilde no es eso. Entonces, ¿cómo puedo saber si soy humilde? Hay una señal: aceptar la humillación. La humildad sin humillación no es humildad. Humilde es aquel hombre, aquella mujer, que es capaz de soportar las humillaciones como las ha soportado Jesús, el humillado, el gran humillado.

Cada cristiano es como un pequeño brote donde se posará el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conciencia y de temor del Señor. Esos son los dones del Espíritu Santo. De la pequeñez se crece a la plenitud del Espíritu. Esta es la promesa, este es el Reino de Dios. Esta es la vida del cristiano. Debemos ser conscientes de que cada uno de nosotros es un brote de aquella raíz que debe crecer, crecer con la fuerza del Espíritu Santo, hasta la plenitud del Espíritu Santo en nosotros.

¿Y cuál sería la misión del cristiano? Simplemente custodiar ese brote que crece en nosotros, custodiar su crecimiento, custodiar el Espíritu. El estilo de vida del cristiano es un estilo como el de Jesús, sustentado en la humildad. Hace falta fe y humildad para que crezca ese brote, ese don pequeño que llegará a la plenitud de los dones del Espíritu Santo. Necesitamos humildad para creer que el Padre, Señor del Cielo y de la Tierra ha ocultado estas cosas a los sabios, a los doctores y se las ha revelado a los humildes.