San Lucas 14, 12-14

Dirá San Pablo: “Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos” …. Olvidamos que la Sagrada Escritura está pensada para hombres pecadores. La mayoría de sus personajes son como nosotros; tienen pecado original … Publicanos, prostitutas, fariseos hipócritas, romanos opresores, nazarenos incrédulos, persas sanguinarios, egipcios altivos… ¡Deberíamos de sentirnos como en casa! Y, junto a ellos, un Dios que es todo misericordia, capaz de amarnos cuando “atornillamos” clavos en el alma de los amigos, cuando miramos hacia otro lado y nos despreocupamos de nuestro prójimo … 

Para que Dios nos ame basta con ser quien somos: pecadores, y, así, ser beneficiados con su Infinita Misericordia … el “canalla” del “hijo pródigo” recibirá un abrazo, aunque haya dejado la herencia del padre repartida entre todos los burdeles de la comarca… ¡Ese es el Amor de Dios!

La Biblia se dirige, por tanto, al mismo destinatario (a nosotros), y le dice: “¡Dios te ama!; ¡Vuélvete a Él, que te recibirá con cariño! ¡No tengas miedo!” … 

María, la llena de gracia, abraza a los verdugos de su Hijo y, a lo largo de los siglos, será llamada “Refugio de pecadores”.