Prohíben rezar en la calle delante de las “clínicas” de abortos. Resulta que rezar es una provocación. Queriendo humillar y denigrar a los católicos este gobierno no sabía que estaba diciendo una verdad tan verdadera, que a veces decir la verdad sienta bien. Efectivamente, rezar es provocador. Rezar por alguien puede hacer que le provoque cambiar de vida. La oración provoca la conversión, no nuestros argumentos ni nuestros razonamientos, sino el clamar al espíritu Santo que toque el corazón de esa persona, si no me crees pregúntaselo a Andrés:

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.

Les dijo:

«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Y después irían Santiago y Juan, y Mateo y Judas el majete y María Magdalena y las santas mujeres, y Lino, y Cleto, y Agustín y Teresa de Ahumada… y tú y yo.

Cada vez que celebramos un Apóstol nos remontamos hasta los testigos del mismo Jesucristo y fieles a transmitir lo que vieron y oyeron estamos hoy aquí. La oración ha provocado millones de conversiones, el Bautismo es nuestra primera conversión en Hijos de Dios en Cristo.

Por lo tanto, no dudes en rezar por los demás, hacer planes, organizar actividades, encuentros y reuniones (bueno, las reuniones no sé si son muy buena idea), pero acompáñalo con la oración y poniendo a rezar a muchos. Al igual que el Papa manda cada mes sus intenciones de oración para toda la Iglesia, ojalá cada familia tuviese sus intenciones de rezar juntos. Por ese familiar que no cree, por el otro que está enfermo, por el vecino pesado, el niño abusón del colegio, porque nos mantenga fieles… ¡hay tanto por lo que pedir! Y cuando pedimos juntos, provocamos más. Y Dios que está deseando que «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras» irá tocando corazón tras corazón, alma tras alma.

Pues sí, señores del gobierno, rezar es una provocación y. si Dios quiere, seguiremos provocando sin miedo, agarrados de la mano de la Virgen y a las cuentas de su rosario 50 veces más, y 100 veces más y 150 veces más… y tiemblen (verán que es de alegría), pues tal vez algún día a ustedes también les toque el corazón. A una Madre pertinaz no se le escapa nadie. A pescar hombres.