Si hay un evangelio en el que hay que usar la imaginación, siendo fieles a los datos que nos da la escritura, es este de la Anunciación. Hay que imaginar el lugar sencillo en que tuvo lugar, el momento ordinario, la belleza del ángel, la sorpresa y alegría de María. Puede que haya mujeres que no se alegran al momento de saberse esperando un hijo, pero desde luego ya no vuelven a ser las mismas. La Virgen María se alegró y tampoco volvió a ser la misma. Desde ese mismo instante ya era Madre de Dios.

Mis amigos protestantes dicen que en ningún lugar de la Biblia dice que la Virgen sea Inmaculada desde su concepción. Yo les contesto que si no lo fuese lo diría. El texto evangélico no tiene ningún afán de presentarnos a María como una diosa sino como una mujer normal, sencilla. Ser Inmaculada no es raro, lo raro es ser pecador. Dios se hace hombre y para hacerse hombre no necesita tener nada que ver con el pecado, por que no es el pecado lo que nos hace más humanos. De hecho es cuando somos redimidos que es plena nuestra humanidad.

El Verbo para hacerse hombre necesitaba tomar una carne, por eso se encarnó en las entrañas purísimas de María y de ella nació, pero no necesitaba el pecado para ser más humano, por eso María fue preservada.  Si María hubiese tenido pecado lo nacido de ella no podría haber asumido el pecado, por que uno asume lo que no es suyo…

Ay Dios, ¡qué misterio!, y ¡qué hermosa nuestra madre, Jesús!