Un mártir de Cristo… antes de Cristo; esta es la singularidad de Juan el Bautista; precursor de Jesús en todo, su nacimiento, su ministerio, su persecución y cárcel y su misma muerte. Como todos los profetas anteriores, como todos los que han muerto confesando la verdad y por vivir en fidelidad a Dios, Juan no iba a ser menos. La diferencia está en que los anteriores no conocieron a Jesús y el Bautista sí, por eso le puede preguntar directamente si había que esperar a otro. ¿Eres tú el que esperábamos?

Llegará un día que Jesús descenderá a los infiernos y allí evangelizará, dará la buena noticia, a todos los justos anteriores a él. Todos ellos murieron con una esperanza. que algún día verían la justicia de Dios, venciendo sobre el pecado y la rebeldía de los hombres.

Jesús dice de Juan, que nadie de los nacidos de mujer es tan grande como él. Si los anteriores eran profetas, Juan sería un archiprofeta, pero con todo y con eso, Jesús declara mayor que Juan hasta al más pequeño en el reino de los cielos. Nosotros, si un día muriésemos mártires, lo haríamos, por tanto, después de saber que Jesús murió y resucitó y que una vez resucitado ya no muere más y la muerte no tiene dominio sobre él.

Por eso nosotros, aunque seamos pequeños pobres y pecadores, incomparablemente peores que cualquiera de los justos y profetas que vinieron antes de Jesús, con todo y con eso, estamos en un lugar de preeminencia sobre ellos. Nosotros gozamos de la fuerza que movía a Jesús en su vida mortal y del Espíritu que le empujó para poder entregar su cuerpo y su sangre como una ofrenda agradable al Padre del cielo. Nosotros sabemos que Jesús vive en nosotros y que si encuentra docilidad de nuestra parte puede hacer verdaderas maravillas en cada uno de nosotros como hizo en Maria, que así lo proclama en el magnificat: “el señor hizo en mí maravillas, gloria al señor”.

Ojalá en estos días de adviento el Señor nos conceda la gracia de desear la presencia y el triunfo de Jesús sobre este mundo como lo esperaba y anhelaba Juan preso en la cárcel.

Ojalá sepamos poner en él nuestra confianza y no temer ni a la persecución, ni a la cárcel, ni a la misma muerte si nos vienen como consecuencia de ser fieles a Jesús hasta el final. Juan bautista cumplió su misión. Los hombres que le escucharon, dice Jesús, se bautizaron y cambiaron de vida, incluso los publícanos; solamente frustraron el plan de Dios los letrados y fariseos, incapaces de reconocer necesidad alguna de salvación.