Reconozco que cuando alguien no tiene defectos y no se llama Nuestro Señor Jesucristo ni María santísima…, me da un poco de miedo. Somos criaturas a medio terminar, pues nuestra plenitud será cuando estemos frente a Cristo, amando con toda la capacidad de nuestro corazón. Y mientras tanto caminamos hacia esa plenitud, con tropiezos y caídas y, por la Gracia de Dios, levantándonos siempre.

«No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche». (Un aviso a los del cambo climático, je). Dios no quiere volver a destruir su creación, comprende la maldad del corazón del hombre y la sana.

“Le trajeron a un ciego, pidiéndole que lo tocase.

Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó:

«¿Ves algo?».

Levantando lo ojos dijo:

«Veo hombres, me parecen árboles, pero andan».

Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.”

Un poco de barro para nuestro barro y Dios va completando su obra. Deja que Dios termine su obra en ti y, aunque en ocasiones no veas claro, no te preocupes, sabe lo que hace. Vale la pena ir con Cristo, vivir en Gracia.

Santa maría es el molde perfecto de lo que Dios quiere hacer en nosotros, no te alejes de ella tampoco.