El fin de semana pasado, aprovechando la festividad de la Virgen de Lourdes, celebramos la unción de enfermos para todos aquellos enfermos o ancianos que lo quisieran. Bastantes de los que se quedaron a acompañar a los que recibían este sacramento se quedaron asombrados de cómo se celebra la unción. Muchos se imaginaban una celebración algo oscura y triste, como si fuera pedir una buena muerte y no la salud del alma del cuerpo, si conviene. En la Iglesia somo ungidos al nacer a la fe, cuando somos tan débiles, en la confirmación, cuando asumimos la tarea de ser testigos de Cristo en medio del mundo, en la ordenación sacerdotal cuando asumimos una tarea para la que no somos en absoluto dignos y en la Unción de enfermos, cuando la debilidad del cuerpo muestra que en la debilidad se muestra la fortaleza de Dios.
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
El mundo hoy no piensa como Dios. Lo débil, lo pequeño, ya no cuenta, es prescindible y eliminable. No te dejes contagiar por la mentalidad del mundo, piensa en grande, piensa como Dios.
Que María, nuestra Madre del cielo, nos enseñe que Dios mira con especial cariño a los más pequeños.
Gloria a ti Señor Jesús
Querido hermano:
En Cuaresma hablamos de conversión, que significa: medirse con Cristo, la Palabra del Padre. El Evangelio de hoy nos ofrece vivir sobre tres pilares: la limosna, la oración y el ayuno. Jesús nos dice:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos […]. Cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta delante de ti […]. Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas […]. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste como los hipócritas, que desfiguran sus rostros para hacer ver a la gente que ayunan».
Estos tres pilares nos ponen en relación con nuestros mejores aliados; la oración con Dios, reserva cada día un tiempo de calidad para estar con Él; la limosna destruye nuestro egoísmo y nos abre a los demás; y el ayuno nos pone en relación con nosotros mismos, ayudándonos a vivir en libertad y alegría, poniendo a raya nuestras pasiones desordenadas.
No olvides, en este tiempo de Cuaresma, hacer un buen examen de conciencia y celebrar el sacramento de la misericordia, pues: «Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón».
La Cuaresma es una llamada a la plenitud y a la felicidad. Reza el Santo Rosario cada día junto a la Virgen María. Pide que interceda por la Paz, en el Mundo. Por las víctimas de los terremotos en Turquía, y Siria, oremos por ellos y por sus familiares: Sigamos unidos en oración por el bien del mundo entero. Tu hermano en la fe: José Manuel.
CENIZA=EN EL JUICIO SEREMOS, PESADOS-MEDIDOS-SEPARADOS, OH SEA CIELO, PURGATORIO O INFIERNO!!! ++CONCIENCIA