Lunes 17-4-2023, II de Pascua (Jn 3,1-8)

«Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche». La noche es el tiempo de la intimidad, de las confidencias, del amor. De noche, los enamorados se encuentran, furtivamente, y a la luz de la luna pasan las largas horas entre susurros y silencios. La oscuridad y el silencio son el ambiente propicio para abrir el corazón. Por eso acude Nicodemo a ver a Jesús de noche. Quizás por miedo, quizás por vergüenza, quizás sencillamente por cobardía. Pero aquella noche oscura se convirtió para nuestro fariseo en una llama de amor, en una luz dulce y cálida. Buscamos a Jesús nosotros también en la noche, como canta san Juan de la Cruz en uno de sus más bellos poemas:

En una noche oscura,

con ansias en amores inflamada

¡oh dichosa ventura!

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada. (…)

Aquesta me guiaba

más cierto que la luz del mediodía

a donde me esperaba

quien yo bien me sabía,

en parte donde nadie parecía. (…)

¡Oh noche, que guiaste!

¡Oh noche amable más que la alborada!

¡Oh noche que juntaste

Amado con amada

amada en el Amado transformada!

«Jesús le contestó: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios”». De noche Jesús nos habla de nacer de nuevo –pasar de la oscuridad de la noche a la nueva vida–, del agua y del Espíritu, de ver el reino de Dios. Vida, agua, luz… ¿demasiado inalcanzable para los que caminamos de noche? Pero habla del Bautismo, ese gran regalo que recibimos de Dios, fuente permanente en nosotros que mana y corre, a la que siempre podemos volver, aunque es de noche. También nos lo enseña el místico castellano, en un maravilloso juego entre el agua y el pan, el Bautismo y la Eucaristía:

Que bien sé yo la fuente que

mana y corre,

aunque es de noche.

Aquella eterna fuente está escondida,

que bien sé yo do tiene su manida,

aunque es de noche.

Aquesta eterna fonte está escondida,

en este vivo pan por darnos vida,

aunque es de noche.

Aquí se está llamando a las criaturas,

y de esta agua se hartan,

aunque a oscuras,

porque es de noche.

Aquesta viva fuente que deseo,

en este pan de vida yo la veo,

aunque es de noche.

«Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Encontrar la fuente –revivir nuestro Bautismo– es encontrar al Espíritu. Yo, cristiano, no fui bautizado hace mucho o poco tiempo, como si fuera sólo una ceremonia bonita que ya pasó… Yo, cristiano, estoy bautizado, soy bautizado: mi Bautismo es un sello, una fuente que mana y corre. El Espíritu Santo habita en mí. Y por eso, nacer del Espíritu –nacer de nuevo– es dejarse guiar por el Espíritu para buscar siempre a Dios. Con un sabor muy parecido, esta vez es Luis Rosales quien nos canta:

De noche, cuando la sombra

de todo el mundo se junta,

saldremos llevando el alma

en carne viva y desnuda; (…)

de noche iremos, de noche,

sin luna iremos, sin luna,

que para encontrar la fuente

sólo la sed nos alumbra.