El domingo de Resurrección unos hermosísimos (y carísimos) centros de flores adornaban el altar de la Iglesia. A la semana había que ir retirando algunas flores que empezaban a marronear. A las dos semanas, este año han durado bastante, tirábamos los centros a la basura por que las flores ya estaban completamente secas. Apenas dos semanas duró su belleza. ¿Por qué? por que en algún vivero habían sido separadas del tallo que les daba vida.

Separados de Dios podemos llegar a ser esplendorosos, pero nuestro esplendor se marchitará. ¿Cuántas cosas en la vida hemos visto decaer con el tiempo? Yo, hace unos años corría diez kilómetros, me fumaba un cigarrillo y luego jugaba un partido de fútbol. Ahora me canso subiendo escaleras y en unos años me consideraré afortunado si logro cruzar la calle sin ayuda.

Sólo unidos a Dios tenemos la vida que no acaba. Pero Dios no es etéreo. Dios se ha hecho carne. Nuestra unión con Dios es unión con Jesucristo. Unidos a Cristo tenemos vida, separados de Cristo morimos.