Las parábolas no son fábulas, es decir cuentos con moraleja. A los niños, para que les quede bien claro la diferencia entre el bien y el mal, y enseñarles buen comportamiento, se les cuenta una fábula, como por ejemplo la de la cigarra y la hormiga: tienes que hacer los deberes. Las parábolas se parecen más al storytelling, que está ahora muy de moda. En el mundo oriental, el mundo de Jesús, la sabiduría se transmite oralmente y las historias ayudan a captar la atención y también a la memoria pero no se construyen para enseñar una moraleja, sino para transmitir sabiduría. Las parábolas de Jesús funcionan así, captan la atención y se fijan en la memoria.

Si la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro fuese una fábula, la moraleja sería clara: los pobres van al cielo y los ricos al infierno. Epulón es malo y Lázaro bueno. Sin embargo de Epulón no se dice que fuera malo, ni Lázaro bueno. Epulón no mató a nadie, ni robó, y de Lázaro no se cuenta ninguna obra buena. Sin embargo, mirando con atención la historia, si que dice algo sobre Epulón: que acabó en el infierno, y sobre Lázaro que acabó en el cielo. Epulón era indiferente al sufrimiento de Lázaro, que no podía pasar desapercibido por que dormía en su portal y Lázaro, despreciado e ignorado por Epulón, por insignificante, sucio y apestoso, sin embargo era amado por Dios («fue al seno de Abraham», típica elípsis semítica que significa no exactamente que fuese al cielo, sino precisamente que era bendecido por Dios, que entraba dentro de la Alianza).

El infierno es ya tener un corazón frío y endurecido incapaz, no solo de compadecerse sino de percibir, siquera, el sufrimento ajeno. Si Epulón era incapaz de amar a quién tenía a su lado es fácil suponer que era incapaz de amar a Dios a Quién no veía, por eso aunque resucitase un muerto no se iba a arrepentir. Si no veía a Lázaro tampoco iba a escuchar a Moisés y los profetas. Eso le colocaba fuera de la Alianza, es decir, a una distancia infinita e insalvable de Lázaro. Epulón estaba en el infierno mucho antes de morir, aunque vestía de púrpura y banqueteaba espléndidamente. Sin embargo Lázaro, que solo había recibido males en esta vida, estaba en el cielo mucho antes de morir, por que era amado por Dios, y esto es lo único que sabemos de él (la parábola no nos informa de si era bueno o malo)

Esta parábola tuvo que hacer mucha pupa a los fariseos por que les lanzaba una pregunta clara: «¿Tú dónde estás, dentro o fuera de la Alianza?, ¿tú Lázaro o tú Epulón?