Números 6, 22-27; Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8; Lucas 2, 16-21
Hoy muchos descansarán “en paz” cuidando su resaca, la boca pastosa, las legañas generosas e intentando recordar la última noche del año y que pase cuanto antes el primer día de éste. Por eso, a los que estén despiertos: ¡Feliz Año Nuevo!.
Cada año lo comenzamos como Cristo, en manos de “Santa María Madre de Dios,” que es la fiesta que hoy celebramos y, con esa tranquilidad y seguridad que da el estar en brazos de la madre es el día de la oración por la paz del mundo. ¡Qué bien nos vendría leernos despacio el mensaje que ha escrito el Santo Padre para esta jornada.!
“El Señor se fije en ti y te conceda la paz.” ¿Has visto algún niño que se pelee en presencia de su padre?. Ciertamente ahora hay padres a los que les “gusta” que sus hijos sean unos “vacilones,” “chuletas,” “matones de barrio bajo,” como si fuera una muestra de hombría, parece que no les molesta que falten al respeto a profesores, personas mayores, compañeros y niños más débiles que sus hijos. Gracias a Dios son los menos. Lo normal es que los padres pongan sentido común, den importancia a lo importante, desbrocen lo que no vale la pena y el hijo confíe en la presencia de sus padres para sentir la salvaguarda de sus derechos.
Muchas imágenes de Cristo, tanto de niño como de mayor, aparece con una “pelotilla” en la mano, que representa el mundo. ¿Os imagináis si realmente todo el mundo se supiera en brazos de Cristo y en brazos de María?. Si viviéramos de la certeza (todos: personas y naciones), de que estamos bajo la mirada de Jesús y de María. Entonces viviríamos ese hecho tan concreto: “ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.” Y los buenos hijos no pretenden quedar “mejor” que los hermanos delante de los padres, pues saben que los conocen perfectamente, aunque intentaran disimular. Si funcionáramos así, se acabarían entre las personas y las naciones todo tipo de rencillas, disputas, trifulcas, ansias de dominio, prepotencias, injusticias, manipulaciones, explotaciones y violencias.
Hoy es el día de la circuncisión del Niño Dios. Aunque la “operación” consista en cortar un pequeño trozo de pellejo es, como toda operación, traumática. Traumático será, sin duda, para muchos el intentar extirpar de su vida el orgullo, la vanidad, el ansia de poder o de poseer. Sin embargo, con la gracia de Dios, esas tendencias que nos parecen tan “nuestras” son un simple pellejito que se puede extirpar.
Santa María, Madre de Dios, Reina de la Paz. Entre sus brazos estamos tú y yo. Muchas veces nos revolveremos furiosos, intentando zafarnos de su mirada, que nos conoce y nos quiere como somos, y querremos volver a la falsa seguridad de la ley.
No huyamos de nuestra Madre, pidámosle que nos haga artífices de paz, sembradores de fraternidad, voceros -como el Papa-, de la paz que sólo Dios puede dar a los corazones y a las naciones.
Comencemos el año con la bendición de Dios: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz.”