Ag 1, 1-8; Sal 149; Lc 9, 7-9
«Este pueblo anda diciendo: «Todavía no es tiempo de reconstruir el templo.» La palabra del Señor vino por medio del profeta Ageo: «¿De modo que es tiempo de vivir en casas revestidas de madera, mientras el templo está en ruinas?»»… «Todavía no es tiempo de rezar; esperaré, mejor, a que se acuesten los niños»… Pero, en lugar de atender a tus hijos, en lugar de rezar, te estás soplando un peliculón cubata en mano.
«Todavía no es tiempo de incrementar mi aportación a la Iglesia; esperaré a que vengan mejores momentos»… Pero, en tanto que llegan, ya has cambiado de coche, has repintado la casa, y tienes ordenador nuevo.
«Todavía no es tiempo de salir hacia la iglesia; aún quedan cinco minutos para poder llegar a tiempo»… ¿Por qué misteriosa razón, cuando te invitan a comer, eres siempre el primero en llegar al restaurante? ¿Por qué te quejas de que siempre eres tú el que espera a los demás?
«Todavía no es tiempo de visitar a mi amigo; hace muy poco que lo hospitalizaron, y debe estar allí toda la familia. Esperaré a que pasen los primeros días, y luego, cuando vaya menos gente a visitarlo, iré yo y me lo agradecerá más»… Pero, cuando tu amigo te llamaba para salir de copas, nunca preguntabas cuánta gente iba.
«Todavía no es tiempo de tener otro hijo; esperaremos a aprobar la oposición y tener un trabajo más estable»… Pero, con la excusa de poder estudiar mejor, has contratado una tarifa plana de banda ancha en Internet que te cuesta, al mes, más de lo que te costaría alimentar a un niño… ¡Serás bobo!
«Todavía no es tiempo de ir a confesar; esperaré al domingo»… Pero no esperaste ni un minuto para decirle que sí a Satanás cuando te tentó.
«Todavía no es tiempo de plantearme mi vocación; soy demasiado joven»… Pero, a tus dieciséis años, ya has salido con cuatro chicas, y… en fin, tú ya me entiendes. Para eso no eras demasiado joven.
«Todavía no es tiempo de pedir perdón; esperaré a que se me pase»… Pero, cuando soltaste aquellos improperios, medio en turco, medio en arameo (por decirlo suavemente), no pensaste primero «esperaré a que se me pase». Anda, déjate de tonterías y clava los ojos en la Virgen María. Ella te enseñará a estar siempre pronto para cumplir la Voluntad de Dios… ¡Ahora es tiempo!