Los discípulos le preguntan al Señor: “¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?”. Esta pregunta resuena en mi interior justo estos días en que, en todas las parroquias, andamos atareados preparando las celebraciones de Semana Santa. Parece algo obvio pero, ¿por qué damos por supuesto dónde quiere el Señor celebrar la Pascua?
La pregunta de los discípulos, a la que seguirán unas indicaciones de Jesús que ejecutarán ellos nos señala que siempre hemos de preguntar a Dios por aquellos que vamos a hacer, y sobre el modo de hacerlo. Porque quizás ya en otras ocasiones había celebrado la Pascua con sus discípulos y, si embargo, estos ven la necesidad de hacerle esta pregunta. Además ignoraban la singularidad de esa Pascua en la que el Señor iba a establecer el sacramento de la Nueva Alianza. La pregunta de los discípulos indica que los apóstoles estaban siempre abiertos a una nueva enseñanza del Señor, incluso en las cosas más normales. Se daban cuenta de que lo mejor era, siempre, hacer las cosas según sus indicaciones.
Este hecho me indica en primer lugar que, en todo lo que tiene que ver con la liturgia es importante preguntarse cómo celebra la Iglesia. Hubo una época en que se introdujo una moda de experimentación, cuando no improvisación, en las celebraciones. Aquella forma de actuar, que parecía llena de novedad, acabó feneciendo. El mismo criterio de novedad en que se basaba hacía que todo quedara caduco enseguida. Precisamente estos días santos son muy ricos litúrgicamente. Tanto los textos como los mismos signos litúrgicos (el lavatorio de pies el Jueves Santo, la adoración de la Cruz el Viernes y la Vigilia Pascual con las bendiciones del fuego, del agua, la renovación de las promesas bautismales…), ayudan a vivir en profundidad los acontecimientos que se celebran. Y, además están otras formas de piedad que se han introducido en la vida de la Iglesia con gran bien de los fieles, como el rezo del Vía Crucis, o el rezo comunitario de algunas horas litúrgicas.
Pero la pregunta de los discípulos nos lleva aún más lejos. Porque indica también algo que hay que hacer para disponerse bien. De hecho, “los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua”, dice el Evangelio. Esto nos señala que para entrar en el Triduo Sagrado, que se inicia mañana, hay que preparase. Es como una preparación inmediata, distinta de aquella que se ha venido haciendo durante toda la Cuaresma. Es ponernos en situación para lo que vamos a celebrar e intentar que todo nos ayude a vivir más intensamente estos días. Pienso que no estaría mal programar nuestra participación en las diferentes celebraciones, mirar alguna lectura que pueda ambientarnos, pensar bien la disposición del tiempo… Múltiples cosas pequeñas que nos ayuden a que la gran celebración de la Iglesia no pase de puntillas por nuestro lado. Por eso, qué bueno será si hoy le preguntamos a Jesús cómo y dónde quiere que celebremos esta Pascua.