En su carta a Timoteo Pablo continúa hablando desde el corazón. Su amigo y discípulo se encuentra en dificultades. Seguramente se enfrenta a los mismos judaizantes que intentaron invalidar el trabajo de Pablo. Es por ello que el Apóstol le recuerda sus tribulaciones. Lo que está padeciendo Timoteo parece reproducir la dolorosa experiencia de su maestro. Así, ahora apoyándose en su ejemplo puede encontrar fuerzas para vencer las dificultades.
En nuestra vida espiritual, y en el caminar de la Iglesia, no podemos dejar de contemplar el testimonio de quienes nos han precedido. Puede suceder que, en ocasiones, nuestras circunstancias sean especialmente dolorosas, pero al mirar la historia de la Iglesia comprobamos cómo el Señor ha vencido siempre. El salmo apunta en la misma dirección. Escuchamos en él el clamor de alguien que se ve acosado por múltiples enemigos pero que, porque permanece en el Señor, no pierde la paz: “Mucha paz tienen los que aman tus leyes y nada los hace tropezar”.
En las palabras del salmo encontramos un criterio para juzgar en situaciones semejantes: la paz interior. Es la que comprobamos en los mártires y en los santos, muchas veces objeto de insidias y calumnias. San Pablo es claro al respecto: “todo el que se proponga vivir como buen cristiano será perseguido”. Ese sufrimiento se puede sobrellevar por amor a Cristo y contribuye a nuestra purificación y santidad.
Pero, la enseñanza de Pablo no termina aquí. Timoteo tenía una función en la Iglesia; ejercía un ministerio. Si a nivel personal podía soportar humildemente los ataques de sus enemigos no podía, sin embargo, permitir que los embaucadores dañaran al pueblo que tenía encomendado. Por es san Pablo le exhorta a estudiar las Escrituras, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, porque “toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar”. Es probable que sus enemigos citaran textos de los libros sagrados. San Pablo en sus cartas había argumentado sólidamente basándose en Abraham o en Moisés para mostrar la novedad absoluta de la gracia. Parece como si en este texto le indicara a Timoteo que hiciera lo mismo. Es decir, le indica que se aplique al estudio, ya que la Biblia “puede darte la sabiduría que por la fe en Cristo Jesús conduce a la salvación”.
Le está enseñando a leer toda la Escritura desde Jesucristo. Porque no hay dos biblias, sino una sola y todo lo anunciado en el Antiguo Testamento se cumple en Jesucristo. Y, de la misma manera, Jesucristo nos ayuda a entender lo que en los libros de Moisés y los profetas aparecía como figura.
Vemos, en las recomendaciones de Pablo una hermosa armonía entre la confianza absoluta en la gracia y el empleo de las facultades que Dios nos ha dado.